La incorporación de la robótica en la cirugía elimina el riesgo de fallo humano. Aporta más precisión, aumenta la seguridad y expulsa del quirófano cualquier tipo de improvisación. Así lo ha podido corroborar el equipo de neurocirujanos del Instituto Oliver & Ayats del Centro Médico Teknon de Barcelona, que ya en el año 2015 incorporan la robótica en las intervenciones quirúrgicas de cráneo y de columna.
El robot, tal y como explica el especialista en cirugía de columna y neurocirugía, Dr. Bartolomé Oliver, es un asistente del cirujano. «Lo que hace primero el cirujano-explica el especialista- es la planificación. El robot reproduce esa planificación con precisión submilimétrica y el acto final de colocación, sea de electrodos, sea de tornillos, siempre lo hace el especialista. La acción final de colocarlo siempre está controlada directamente por él». Las principales ventajas que ofrece frente a la cirugía convencional son precisión y seguridad. «El paciente-según Bartolomé Oliver- se beneficia de una mayor seguridad porque hay mayor precisión. También la planificación es más precisa. No hay que hacer nada improvisado, todo está planificado previamente». Por patologías, las virtudes de la asistencia robótica se aplican, dentro del área cerebral, en las cirugías de tumores cerebrales, de epilepsia y de párkinson.
Para tratar la epilepsia, el Instituto Oliver & Ayats dispone del sistema robótico estereotáctico Neuromate Renishaw para el 20-30% pacientes con epilepsia incurable incluso con fármacos. La epilepsia es una de las enfermedades neurológicas más frecuentes. Es una alteración brusca y transitoria del cerebro provocada por el aumento de la actividad eléctrica de las neuronas. Esta alteración puede generar convulsiones de las cuatro extremidades y actividades no controlables por el paciente, habitualmente con pérdida del conocimiento.
La intervención del robot permite colocar entre 7 y 20 electrodos dentro del cerebro para determinar la zona exacta que causa las crisis epilépticas y extirparla después con precisión submilimétrica, sin riesgo para la función normal del cerebro, permitiendo curar su epilepsia: «El robot nos marca la dirección y profundidad adecuada, pero la técnica final siempre la hace el neurocirujano», asegura el neurocirujano Bartolomé Oliver. La implantación de electrodos ya era posible sin el robot. «La diferencia radica en que el número de puntos del cerebro que se pueden estudiar es mucho menor. A su vez, la precisión del estudio también es inferior por lo que solo se pueden tratar enfermos más sencillos o fáciles».
Una vez implantados los electrodos se registran durante los días posteriores las crisis habituales del paciente con un sistema de 256 canales de SEEG (estéreo electroencefalograma). El neurocirujano de Oliver & Ayats Institute, Emilio Ayats, explica que mediante el SEEG se «delimita con precisión las zonas cerebrales a resecar dentro de los lóbulos temporal y frontal izquierdos. Además de comprobar por estimulación que se pueden extirpar sin afectar funciones cerebrales. El detallado plan quirúrgico de la resección cortical, que constituye una segunda operación se lleva al quirófano en el sistema de neuronavegación que permite seguir fielmente el plan trazado».
Gracias al Neuromate Renishaw, más del 80% de los pacientes con epilepsias lesionales del lóbulo temporal y con menos de 2 años de evolución de su enfermedad se encuentran libres de crisis después de la cirugía. Los pacientes epilépticos no son los únicos que se han beneficiado de las ventajas de la robótica. Oliver & Ayats Institute fue pionero en practicar la primera intervención quirúrgica de cerebro en España a una paciente de párkinson utilizando un robot. Una operación en la que se le implantan electrodos en el cerebro para que los enfermos controlen mejor sus movimientos. El párkinson es una enfermedad degenerativa crónica que se manifiesta generalmente por temblores incontrolables.
Como indica el doctor Bartolomé Oliver, la gran ventaja del robot es el «aumento de la precisión respecto a las técnicas clásicas. Además de permitir que se haga la cirugía con el paciente dormido: vuelve a ser una cirugía cómoda, sin tener que enterarse de nada». Este tipo de intervenciones en el cerebro ya se hacen en otros hospitales, pero de forma manual, sin robots, lo que obliga a que durante su ejecución se tenga que despertar al paciente para comprobar la correcta implantación manual de los electrodos. En este caso, sin embargo, tras someter el cerebro de la paciente a una Tomografía Axial Computerizada (TAC), el robot localiza las coordenadas exactas donde colocar los electrodos, uno a cada lado del cerebro, con un margen de error inferior a 0,3 milímetros, una mejora respecto al milímetro de error que se produce en una operación manual.
Respecto a la cirugía de columna vertebral, Oliver & Ayats Institute dispone del sistema robótico Renaissance, desarrollado por la compañía israelí Mazor. Sistema pionero en España y único existente en el sur de Europa que permite guiar al cirujano en los implantes de columna con mayor precisión y menor exposición a la radiación. Mediante este sistema el riesgo de fallo humano prácticamente desaparece. «La cirugía convencional-asevera el doctor Bartolomé Oliver- supone un riesgo en torno al 15-20% de malposición de prótesis y con nuestro sistema robótico de columna, por la experiencia hasta ahora, supone prácticamente un 0% de riesgo».
Este sistema robótico es especialmente útil en la cirugía de la escoliosis, la corrección de deformidades de la columna, prótesis y fracturas vertebrales y cirugías mínimamente invasivas, entre otras patologías. Previamente a la cirugía, como afirma el neurocirujano Emilio Ayats, «es necesaria la realización de un TAC lumbar para la planificación, que es trasladada al robot en quirófano que va fijado de forma estable a la columna del paciente. Esto nos permite mantener en todo momento las relaciones anatómicas y la precisión». Una vez hecho, será el robot quien «desplazándose a lo largo de las vértebras de forma individual, practica el abordaje guiado para la colocación precisa y fiable del implante», subraya Bartolomé Oliver.
Las ventajas del uso del robot en la neurocirugía aumentarán en los próximos años. «En un futuro próximo-garantiza Bartolomé Oliver-la robótica, probablemente, nos permitirá que el instrumento de visión, como el microscopio, siga la mano del cirujano sin que tengamos que movilizarlo. Que permita hacer movimientos quirúrgicos mucho más complejos o en posiciones que la mano del cirujano con instrumental no llega». Pese a sus virtudes, el doctor Oliver no cree que la figura del cirujano sea sustituida por una máquina. «Al final va a haber un responsable del acto médico y esa responsabilidad la tiene el cirujano y esto no va a desaparecer. No habrá ninguna compañía que fabrique un robot, que asuma la responsabilidad del médico en todos sus actos».