La fibromialgia es una enfermedad crónica que afecta a más de un millón de personas en España. La mayoría de ellas son mujeres, aproximadamente 9 de cada 10 casos, y los primeros síntomas suelen aparecer entre los 35 y los 55 años de edad. El Dr. Juan Pérez Cajaraville, director de la Unidad Funcional del Tratamiento del Dolor de HM Hospitales, da las claves para combatir esta patología. Un tratamiento multidisciplinar e individualizado resulta esencial para hacerle frente y obtener resultados positivos.
Este tipo de estrategia permite que la calidad de vida de los pacientes mejore, sobre todo a medio y largo plazo. El Dr. Pérez Cajaraville indica que “de todas las medidas que se han empleado en el tratamiento de la fibromialgia, el ejercicio físico orientado a conseguir una adecuada fortaleza muscular es la más eficaz”.
Los tratamientos farmacológicos resultan más efectivos cuando se asocian con otras modalidades terapéuticas como la intervención cognitivo-conductual o la terapia ocupacional. Asimismo, los masajes, estiramientos musculares, calor focal o electroterapia pueden ser de gran ayuda.
La fibromialgia tiene un origen desconocido. Sus síntomas son el dolor musculoesquelético generalizado y la sensación de fatiga. Además, también puede tener asociadas alteraciones cognitivas y del ánimo. El Dr. Pérez Cajaraville explica que “el síntoma principal es el dolor crónico generalizado, pero también son frecuentes las parestesias (sensación de cosquilleo, calor o frío) en brazos y piernas”. Además, entre un 30% y un 50% de las personas que la sufren también pueden presentar síntomas de depresión y ansiedad, así como cefaleas.
El especialista de HM Hospitales señala que “para diagnosticar la fibromialgia, se debe realizar una exploración completa, haciendo especial hincapié en el apartado neurológico y del aparato locomotor”. Cabe recordar que no existe un tratamiento estándar para todos los pacientes que sufren esta patología y, por lo tanto, este debe ser individualizado.
Calidad de vida
La fibromialgia no afecta a la esperanza de vida, pero sí que tiene un grave impacto sobre la calidad de vida de las personas que la padecen. Además de la fatiga o el dolor crónico generalizado, la patología puede presentar gran variedad de síntomas como dolores abdominales, torácicos o pélvicos, trastornos de la micción, palpitaciones, sequedad ocular, disnea (ahogo o dificultad de respiración), vulvodinia, dismenorrea, disfagia, cambios de peso o bruxismo. Además, el Dr. Pérez Cajaraville afirma que “también puede haber un componente genético, ya que los familiares de primer grado tienen hasta ocho veces más de probabilidades de presentar la enfermedad que la población general”.