Dura semana la que está viviendo el equipo de comunicación del grupo Bayer, responsable del gigante agroquímico Monsanto. Si empezaba la semana respondiendo a las acusaciones de espionaje sobre un grupo de personalidades francesas para conocer su postura al respecto del glifosato, la semana se ha torcido tras conocerse la millonaria multa (más de 2.000 millones de dólares) que deberá abonar en Estados Unidos después de que un juez encontrase relación entre el uso de un producto y el desarrollo de una enfermedad.
En junio de 2018, Bayer apostaba por comprar Monsanto en la operación más importante de la historia de la farmacéutica alemana. Así, decidía desembolsar 63.000 millones de dólares en una operación que, según su presidente, Werner Baumann, suponía “fortalecer la cartera de negocios de salud y alimentación”. La unión suponía que desapareciese la marca Monsanto y que todos sus productos pasasen a estar bajo el paraguas de Bayer.
Quizás, esta semana, prácticamente un año después de que se llevase a cabo la operación, es posible que los responsables de Bayer tengan dudas de si fue correcta o no. El caso de espionaje en el país vecino y la multa millonaria se unen a la junta de accionistas celebrada el mes pasado, en la que más de la mitad de los convocados (55,5%) votaron contra la decisión de adquirir Monsanto. El golpe a la reputación de la firma responsable de las aspirinas se ha reflejado en la bolsa y las pérdidas registradas en los últimos cinco días superan el 10% del valor de la compañía.
Espionaje en 2016
Hace unos días, el diario galo Le Monde destapaba el caso de espionaje de Monsanto en 2016 a políticos, periodistas y científicos franceses para conocer su opinión sobre el glifosato. El grupo Bayer afrontó rápidamente las acusaciones contra la compañía que había adquirido y no dudó en pedir perdón a través de un comunicado: “Tras un primer análisis, entendemos que ese proyecto haya provocado inquietud y críticas. No es la manera en que Bayer trataría de dialogar con los diferentes grupos de interés y la sociedad, y presentamos nuestras excusas”.
Asimismo, señalaba que comenzaría a investigar inmediatamente el caso a través de un bufete de abogados y que indicaría a todas las personas afectadas la información recopilada de ellas. Esta decisión de Bayer suponía realizar un ejercicio de transparencia para intentar redimir malas praxis del pasado de la firma que había adquirido e incluso podría verse como una oportunidad para mejorar la reputación de la marca.
Multa millonaria
En todo caso, estas intenciones y actuaciones han caído en saco roto apenas unas horas después cuando se ha conocido la decisión de un jurado del norte de California, que ha condenado a la alemana a pagar 2.055 millones de dólares a una pareja que habría contraído cáncer por utilizar el herbicida Roundup de Monsanto. Si bien la decisión del tribunal está supeditada a un posible recurso de la farmacéutica, el golpe a la reputación de la firma ha provocado un terremoto en redes sociales, medios de comunicación y, más si cabe, entre los inversores. La respuesta de Bayer se ha sintetizado en un comunicado en que ha lamentado la decisión del jurado y ha anunciado la presentación de recursos contra la sentencia.
La estrategia en redes sociales de Bayer se ha reducido a replicar los comunicados y no se ha ofrecido versión alguna a través de un portavoz físico en un asunto realmente delicado para la salud de todos aquellos que utilizan a diario los productos de la marca y que ha provocado que se disparen las búsquedas en Internet sobre la firma.
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