La depresión afecta a 350 millones de personas en todo el mundo y en nuestro país se estima que la sufren unos dos millones de personas. Esta cifra va en aumento, de ahí que haya sido denominada la ‘epidemia del siglo XXI’. Sin embargo, los expertos creen que este incremento no se debe a un aumento de casos sino de diagnósticos, ya que cada vez los profesionales están más sensibilizados con la enfermedad y con mayor preparación para detectarla.
El Dr. Roberto Fernández, psiquiatra en la Unidad de Hospitalización del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, asegura que “tanto la sociedad como la propia comunidad médica estamos más sensibilizadas en cuanto a la importancia de esta enfermedad, lo que ha permitido realizar diagnósticos en pacientes que, en otras circunstancias, quizás habrían pasado desapercibidos”.
Precisamente, el diagnóstico y la intervención temprana son fundamentales porque permiten evitar tanto el deterioro progresivo del paciente como problemas añadidos que pueden surgir en su entorno laboral o relacionado con el abuso de alcohol y otras sustancias. Para ello, hay que tener en cuenta los síntomas que conlleva la depresión que, al contrario de lo que se suele pensar, no siempre va asociada a tristeza e incluso “hay ocasiones en las que el paciente no es capaz de identificar ese sentimiento de tristeza”, advierte el Dr. Fernández.
Síntomas y origen
En muchos pacientes la enfermedad comienza con una pérdida de interés por las actividades de ocio habituales, irritabilidad, problemas físicos, cambios en el apetito, dificultad para conciliar el sueño, problemas para concentrarse o pérdidas de memoria. Todos ellos son síntomas que según los expertos deben hacernos sospechar. La gran dificultad está en identificarlos “como síntomas de origen afectivo, lo que suele suponer un retraso en el diagnóstico”, aclara el psiquiatrade HM Hospitales. {wbamp-show start}
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Tampoco está claro el origen de la enfermedad, pese a que se ha demostrado cierta susceptibilidad en determinados pacientes. De hecho, se ha constatado el carácter hereditario de la depresión e incluso se están intentando identificar genes de susceptibilidad específicos. Pero no solo la biología influye en el riesgo de padecer depresión, también hay factores psicológicos y sociales que pueden tener una influencia decisiva.
Actuar a tiempo
El diagnóstico y la intervención temprana mejoran el pronóstico y previenen la aparición de otros problemas asociados que pueden agravar aún más la depresión, llegando en algunos casos a desembocar en consecuencias fatales “como las pérdidas a nivel sociolaboral, el desarrollo de comorbilidades por el abuso de sustancias o, en el peor de los casos, el suicidio”, afirma el Dr. Fernández.
El manejo de la enfermedad dependerá de la gravedad del cuadro depresivo. El arsenal terapéutico está en constante evolución y cada año aparecen nuevas vías de abordaje farmacológico de la depresión. Por otra parte, existen ya terapias biológicas, como la estimulación magnética transcraneal, que están abriendo un nuevo campo de actuación muy prometedor en estos pacientes e incluso están demostrando eficacia en otras patologías para las que no estaban pensadas inicialmente.
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