Haber sufrido y superado un evento cardiaco (primera causa de mortalidad en los países desarrollados), puede ser el comienzo de algo nuevo: “empezar a tener una vida más cardiosaludable”. Lograrlo, pasa por controlar los factores de riesgo cardiovascular; esto es, las condiciones o comportamientos que aumentan la probabilidad, o de sufrir una nueva lesión o de hacer progresar la enfermedad cardiovascular.
Controlar estos factores es una estrategia clave para reducir el riesgo de sufrir un nuevo evento y mejorar el pronóstico y la calidad de vida del paciente. Este es un objetivo al que contribuirá a partir de ahora la Fase III de Rehabilitación Cardiovascular (RCV) en el Centro de Mayores de Valdemoro. La Fase III, puesta en marcha hace unos días, consiste en la habilitación de un espacio específico en el Centro de Mayores; de este modo, los pacientes dados de alta de la Fase II en el Hospital Universitario Infanta Elena, integrado en la red sanitaria pública madrileña, podrán continuar sus ejercicios de actividad física, de manera coordinada y controlada. Esta iniciativa nace del acuerdo entre la Asociación Vida y Corazón y el Ayuntamiento de Valdemoro, con mediación del hospital como promotor.
Y es que, en el reto de llevar una vida lo más cardiosaludable posible, existen factores de riesgo no modificables, como la edad y el sexo. Pero afortunadamente, hay otros factores modificables sobre los que sí se puede actuar, cómo son el tabaquismo, la hipertensión arterial, el nivel de colesterol, la diabetes mellitus, el estrés o el aumento de peso. Es en este último apartado dónde tienen mucho que ver, no solo la alimentación, sino también el ejercicio físico.{wbamp-show start}
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Hasta ahora, los pacientes que habían sufrido un evento cardíaco, tras recuperarse clínicamente del cuadro médico en la primera de las fases, realizaban la Fase II de la Rehabilitación Cardiovascular en las instalaciones del Hospital Universitario Infanta Elena. Esta fase consiste en un programa personalizado a través del cual aprenden a controlar los citados factores de riesgo modificables, y se someten a un entrenamiento físico y una atención nutricional y psicológica específica para volver a llevar una vida normal.
Este tipo de rehabilitación se imparte durante unas ocho semanas por un grupo multidisciplinar, que incluye médicos rehabilitadores, cardiólogos, psicólogos, fisioterapeutas y personal de enfermería. Asimismo, está recomendada a nivel mundial por todas las sociedades médicas, ya que mejora la calidad de vida y el pronóstico de la enfermedad coronaria. De hecho, los pacientes que la siguen reducen entre un 20 y un 30 por ciento la mortalidad por enfermedad cardíaca.
Sin embargo, según datos de la Fundación Española del Corazón, alrededor del 80 por ciento de las personas que finalizan la Fase II de RCV abandona los hábitos aprendidos en ella, volviendo a conductas sedentarias anteriores al evento cardiovascular. Este hecho aumenta la probabilidad de que en el trascurso de pocos años, estos pacientes vuelvan a sufrir un cuadro médico con algún problema cardíaco. Este abandono se da, a pesar de que el alta hospitalaria va acompañada de la recomendación de la continuidad del ejercicio físico enseñado en el centro hospitalario, y de consejos para llevarla a cabo.
La ausencia de un espacio físico en el hospital, donde poder seguir estas pautas de manera prolongada en el tiempo, gratuita y controlada por personal especializado, era un hándicap. Ahora esta dificultad se ha solventado con la puesta en marcha de la Fase III de RCV en el Centro de Mayores de Valdemoro, tal y como se explicó en el acto de inauguración del proyecto.
Este acto contó con los promotores de la iniciativa, el jefe del Servicio de Rehabilitación y la responsable del Servicio de Admisión y del Servicio de Atención al Paciente e Información del Hospital Universitario Infanta Elena, el Dr. Koldo Villelabeitia y Gema Sánchez Gómez, respectivamente. Igualmente asistieron Martín de la Fuente, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Corazón y Vida, Felipa Gómez, directora del centro municipal, y Sergio Parra y Joaquina Guerrero, alcalde y concejala del municipio, respectivamente.
Una década después de que el Hospital Universitario Infanta Elena pusiera en marcha las Fases I y II de su plan de Rehabilitación Cardíaca (en la que han participado cerca de 1.000 pacientes, el 40 por ciento de los cuales eran mayores de 65 años), se inicia la Fase III del mismo. Esta tiene el claro objetivo de ahondar en la prevención, reforzando los nuevos hábitos adquiridos en el hospital, por parte de los pacientes que han finalizado la Fase II, según explican sus promotores.
De este modo, se completan y refuerzan los retos planteados en las primeras dos fases: prevenir las recaídas y reducir el número de hospitalizaciones, facilitar un control óptimo de los factores de riesgo cardiovascular para estabilizar o revertir la progresión del proceso ateroesclerótico, favorecer un cambio en el estilo de vida, mejorar la capacidad física y la calidad de vida del paciente, evitar su deterioro psicológico y reintegrarle en todas las áreas de su vida en la medida de sus posibilidades y deseos a la mayor brevedad posible.
Concretamente, en la Fase III de RCV, el paciente desarrolla su actividad física de manera independiente y conforme a un plan de entrenamiento establecido al término de la Fase II. En este plan prevalecen los ejercicios de elasticidad, aeróbicos y musculares como principales objetivos en la prevención y mantenimiento de enfermedades cardiovasculares.
En esta etapa no es necesario aumentar la capacidad funcional, sino mantenerla, por lo que el Centro de Mayores de Valdemoro ha abierto sus instalaciones a los pacientes que han finalizado la etapa anterior en el Infanta Elena, poniendo a su disposición, además, a un grupo de monitores con experiencia, formados por los especialistas del hospital, y que ayudarán a mantener el ritmo de actividad física que se recomienda.
Y es que, como recuerdan los promotores de esta iniciativa, cada año mueren más de 17 millones de personas en el mundo a causa de las enfermedades cardiovasculares y, según la Organización Mundial de la Salud, ocho de cada diez muertes prematuras ocasionadas por estas patologías podrían haberse evitado siguiendo un estilo de vida saludable y reduciendo factores de riesgo. Concienciar a la población sobre la importancia de llevar unos hábitos de vida saludables para prevenir las enfermedades cardiovasculares es vital para frenar las crecientes cifras de prevalencia de muchas patologías cardíacas, concluyen.
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