Jesús Calleja cerró este domingo la quinta temporada de Volando voy con sensaciones encontradas. Pese a mantenerse como uno de los formatos más seguidos de Cuatro, las audiencias del programa se resintieron notablemente, lo que le llevó a firmar una de las ediciones menos vistas de su historia, ofreciendo síntomas preocupantes de desgaste.
Tras casi un año de descanso, Volando voy regresó el pasado 13 de octubre con una entrega dedicada al Valle de Laciana que contó con la aparición estelar de Mercedes Milá. La reentré del espacio se saldó con un 7,1% de cuota de pantalla y 1.189.000 espectadores, un dato nada desdeñable pero alejado de los números que venía marcando el programa, lo que acabó convirtiéndose en la tónica general de la temporada.{wbamp-show start}
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Una semana después, Volando voy acusó el regreso de Salvados y cayó hasta un 6,4% de share y 1.156.000 televidentes, su registro más bajo desde principios de 2017. El espacio consiguió remontar levemente en su tercera entrega, que firmó un 6,9% de cuota y 1.189.000 adeptos, mientras que el cuarto episodio mantuvo esta línea y cosechó un 6,8% y 1.211.000 seguidores.
El formato encaró la recta final de su quinta temporada mostrándose incapaz de rebasar la barrera del 7%, una circunstancia que se confirmó en las dos siguientes entregas, que alcanzaron un 6,4% de share y 1.182.000 espectadores y 6,5% de cuota y 1.153.000 televidentes, respectivamente. Volando voy consiguió romper esta tendencia en su despedida, que se apuntó máximo de temporada al anotar un 7,5% y 1.338.000 fieles.
Las siete entregas que han compuesto la quinta temporada de Volando voy han promediado un 6,8% de cuota de pantalla y 1.203.000 espectadores, lo que sitúa al programa nueve décimas por encima de la media de Cuatro en la primera mitad de diciembre. Pero este logro no eclipsa que el programa ha perdido 1,4 puntos y 280.000 televidentes con respecto a la anterior temporada, lo que evidencia que la infalibilidad de Jesús Calleja comienza a resquebrajarse.
Esta circunstancia representa una complicación importante para Mediaset, ya que el comunicador es uno de los pocos rostros de Cuatro que se mantienen como sinónimo de buenas audiencias ante la crisis en la que está inmersa desde hace un año. El canal debería dar descanso a Calleja y no quemarlo porque, de lo contrario, podría acabar abrasando a uno de sus principales activos en un momento en el que la cadena no anda especialmente sobrada de estrellas.
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