La apnea/hipopnea del sueño (SAHS) es un trastorno por el cual nuestra respiración se interrumpe repetidamente durante el sueño. Afecta al 5% de la población adulta y al 2% de la infantil, siendo entre dos y tres veces más frecuente en el varón. La obesidad es también otro factor de riesgo, por lo que si una persona con este perfil ronca y siente que no descansa bien durante la noche es muy probable que sufra esta dolencia.
El Dr. Máximo Gómez Fernández, responsable de la Unidad de Neumología del Hospital Universitario HM Puerta del Sur, destaca entre los síntomas de este trastorno “la somnolencia, cefaleas matutinas, falta de concentración, irritabilidad, pérdida de la libido e incluso depresión”. Además, es frecuente que estos pacientes suelan despertar durante la noche para orinar. Por su parte, la Dra. Adela Fraile, responsable de la Unidad del Sueño de este mismo hospital, apunta que “la pareja puede observar la aparición progresiva de pausas respiratorias mientras duerme, lo que puede también hacernos sospechar”.
Asimismo, el riesgo se incrementa cuando existen antecedentes familiares, consumo habitual de alcohol, sedantes o tranquilizantes y, especialmente, entre los fumadores. Además, determinadas enfermedades como el hipotiroidismo o la acromegalia incrementan el riesgo de padecer esta dolencia.
La importancia de un diagnóstico multidisciplinar
Aunque no tiene cura, con los tratamientos actualmente disponibles y modificando determinados hábitos se puede mejorar significativamente la calidad de vida de los pacientes. A este respecto es importante destacar el importante papel del neurofisiólogo en el diagnóstico de los diversos tipos de SAHS existentes, para lo cual realizan estudios polisomnográficos nocturnos basales y de titulación de CPAP, acrónimo de Continuous Positive Airway Presssure, uno de los tratamientos que ha demostrado tener mejor resultado.
La polisomnografía basal se lleva a cabo en una Unidad del Sueño y consiste en “registrar la actividad eléctrica cerebral, los niveles de oxígeno en la sangre, la frecuencia cardiaca y los movimientos respiratorios, de los ojos y de las piernas durante una noche”, explica la Dra. Fraile.
También resulta de gran importancia hacer una buena historia clínica, lo que implica indagar en los factores de riesgo, en las enfermedades preexistentes y en los síntomas. Es importante conocer si existen unos malos hábitos del sueño como dormir pocas horas, hacerlo con aparatos electrónicos en la habitación o siestas prolongadas. En el equipo multidisciplinar que trabaja en las Unidades del Sueño tiene además un papel esencial el otorrinolaringólogo, que se encarga de la exploración física del paciente para el estudio de las estructuras orofaríngeas y la valoración de alteraciones anatómicas que puedan favorecer los eventos obstructivos.
Modificar hábitos, tratamiento y cirugía
El tratamiento que ha demostrado mayores beneficios, y se considera actualmente de primera línea, es la CPAP. “Se trata de dispositivos que proporcionan una presión positiva en la vía aérea de forma que impiden el colapso de sus estructuras a nivel de la orofaringe y, de este modo, la mantienen abierta posibilitando la respiración. Para ello, se emplea un compresor, un tubo y una interfaz”, explica el especialista en Neumología de HM Hospitales. Aunque existen varios tipos, el más usado es la mascarilla, bien sea nasal u oronasal.
“En algunos pacientes, la intervención quirúrgica es una opción a tener en cuenta, es el caso de aquellos con apnea del sueño leve o moderada en los que exista una causa concreta de obstrucción de la vía aérea superior como hipertrofia de amígdalas, de paladar o de base de lengua”, añade el Dr. Alfredo García Fernández, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario HM Puerta del Sur. Asimismo, muchos de los pacientes con apnea severa del sueño presentan obstrucción nasal por desviación de tabique o hipertrofia de cornetes y necesitan resolverla tanto para someterse a un tratamiento quirúrgico de la apnea como para utilizar con eficacia la CPAP.
En caso de sobrepeso u obesidad se aconseja siempre la pérdida de peso. Además, hay que corregir todos aquellos hábitos que puedan estar interfiriendo en el descanso. Con todo ello, el paciente logrará mejorar notablemente su calidad de vida y su salud.
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