Dentro de los actos que sirvieron para celebrar su 30º aniversario, Telecinco sorprendió el pasado lunes 9 de marzo a sus espectadores con un homenaje a Aquí hay tomate, uno de los espacios más populares y a la vez repudiados de su historia. Ese día, la cadena dedicó el último tramo de Sálvame a rememorar el formato, recuperando tanto a su copresentadora (Carmen Alcayde) como a varios de sus reporteros más icónicos (Miquel Serra, Mar Torres y Alfonso Ferrandis), así como su característica línea gráfica.
Más allá del homenaje puntual, Mediaset vio una oportunidad de reforzar el magacine vespertino y anunció que, a partir de ese mismo día, Sálvame banana pasaría a denominarse Sálvame tomate. Eso sí, el espacio no contaría con ninguno de los elementos del formato original; simplemente, se trataba de un cambio de nombre para intentar generar interés en la audiencia. Una semana después de poner en marcha esta variación, la conclusión es que a los fieles del formato les da igual cómo se llame siempre y cuando esté en emisión.
Sálvame tomate comenzó su andadura en la parrilla de Telecinco con buen pie: la curiosidad y la nostalgia hicieron que el programa creciese hasta un 16,2% de share y 2.197.000 espectadores en su debut en Telecinco. Pero, una vez el público comprobó que se trataba del mismo perro de siempre con distinto collar y que la única referencia a Aquí hay tomate sería el nombre, las audiencias del espacio volvieron a su ser.{wbamp-show start}
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En su segunda jornada, la última parte del magacine cayó hasta un 14,9% de cuota y 2.030.000 televidentes, mientras que la tercera entrega del formato se apuntó un 16,7% y 2.069.000 adeptos. Un día después, el espacio anotó mínimo, bajando hasta un 14% de share y 1.929.000 seguidores, aunque 24 horas después se recuperó y creció hasta alcanzar un 14,1% de cuota de pantalla y 2.102.000 espectadores.
A lo largo de sus cinco primeras entregas, Sálvame tomate promedió un 15,2% de share y 2.065.000 televidentes, lo que supone una bajada de seis décimas y 4.000 fieles en comparación a la media anotada por Sálvame banana en su última semana en antena. Este balance evidencia que un cambio de nombre no sirve de nada si no va acompañado de una revolución a nivel de nombres y contenidos, provocando únicamente el mareo de la audiencia.
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