Con la nueva ampliación del Estado de alarma sobre la mesa, Pedro Sánchez se corona, con los votos de ERC y Bildu, como el presidente que más poder ha ejercido con un puñado de votos. A esta situación ha contribuido Ciudadanos, que ha roto el tablero político agrandando el Gobierno Frankenstein con su giro radical, posicionándose al lado de comunistas, radicales y un Partido Socialista irreconocible gracias a las ansias de poder de Sánchez, capaz de cualquier cosa con tal de ostentar el Poder, con mayúsculas. Una nueva prórroga del Estado de alarma le permite seguir manteniendo un poder extraordinario, gobernar sin el control parlamentario, conculcar libertades, bloquear industrias, aprobar la reforma laboral sin pasar por el Parlamento.
Hacer lo que le venga en gana apelando al Estado de Alarma le permite, además, aquilatar la relación con sus socios esenciales de Podemos, fluctuante en ocasiones por las presiones de Iglesias para hacerse hueco en la pirotecnia mediática. Ni un reproche a la aberrante estrategia guerracivilista instaurada por Iglesias, a sus infames provocaciones. A Sánchez le conviene la política de confrontación que practica su vicepresidente para derivar la atención sobre sus estrepitosos fracasos. El odio es un pegamento extraordinario para atraer apoyos contra un enemigo común y Sánchez, dejando hacer y decir a los de Iglesias, no sólo permite, también participa en esa estrategia monstruosa en la que todo vale para instaurar un nuevo modelo.
El banco de pruebas ha sido la Comunidad de Madrid, hostigada sin límites por el Gobierno Frankenstein por ser la joya de la Corona del PP. Hasta el “moderado” Gabilondo, ha alzado la voz alertando de la posibilidad de una moción de censura para derrocar a Ayuso.
En plena crisis PP-Cs por el volantazo de Arrimadas hacia la izquierda, no es casual que el líder del PSOE en Madrid haya instalado el nerviosismo entre los populares madrileños. Y es que no es Gabilondo persona que actúe por impulsos, lo que intensifica la sensación de que haya podido recibir instrucciones de Ferraz para ir caldeando el ambiente y medir la reacción de los socios naranjas de Ayuso, encabezados por Ignacio Aguado, el archienemigo de la presidenta, según reconocen en Sol. Recogiendo el guante y en el momento de mayor tensión, Aguado ha lanzado un llamamiento al resto de fuerzas políticas para unirse en la reconstrucción de la Comunidad tras la crisis, una suerte de lenguaje creativo para testar el ambiente que se vive en la Asamblea de Madrid, donde los socialistas cuentan con 37 escaños, frente a los 30 del PP, 26 de C,s, 20 de Mas Madrid, 12 de Vox y 7 de Unidas Podemos. Con los votos de los partidos de izquierdas, sólo llegaría a 64 escaños, por lo que una moción de censura necesitaría los apoyos de Vox o Ciudadanos para salir adelante, una suerte de destino que, una vez más, deja en manos de los naranjas el futuro tablero. Y a Aguado la vicepresidencia se le queda corta, según reconocen miembros del Gobierno de la Comunidad de Madrid. No es casual, por tanto, que el amago de Gabilondo llegue en este momento en el que las relaciones entre la presidenta y el vicepresidente han llegado a su punto álgido de tensión tras el capítulo de hotel donde Ayuso se alojó y cuyo contrato fake filtraron los de C,s, reconociendo su error después de haber generado la tormenta perfecta para dañar a la presidenta. Y mientras tanto, Sánchez desde su atalaya, mantiene a Madrid paralizada en su fase 1, y consecuentemente asfixiando su actividad económica bajo el pretexto de un Estado de alarma, como si de una guerra se tratara. ¿Su guerra?
FLORINDA CHICO (Politóloga)