En la Tierra a miércoles, diciembre 18, 2024

La condena a Nacho Villa vuelve a poner el foco en los tejemanejes de Cospedal y su marido del Hierro

La sentencia condenatoria del Tribunal de Cuentas, emitida días atrás, ha vuelto a “resucitar” al exdirector general de Radio-Televisión Castilla-La Mancha, Nacho Villa, que tras su salida del puesto con la pérdida del poder popular en la Comunidad decidió pasar a un discretísimo segundo plano. Villa, bien conocido sobre todo por su labor en la Cadena COPE, tomó hace tiempo la determinación de apartarse del “mundanal ruido”. Sus razones tenía.

Ahora tendrá que devolver, junto a otros dos exdirectivos de su etapa, cerca de 70.000 euros más los intereses devengados. Y algún malicioso se pregunta si el marido de María Dolores de Cospedal, Ignacio López del Hierro, cuyo alias de sus tiempos de gobernador civil de la UCD obviamos por respeto al lector, le echará una mano a quien fue su periodista de cámara.

La historia de Villa discurre paralela a la del tándem Cospedal-López del Hierro desde el momento en que el primero se bajó del barco de Federico Jiménez Losantos tras su salida de la emisora de los obispos. Es, vista con el tiempo, una historia propia de Balzac, de esplendor y miseria, con cortesanos mediáticos y políticos. De aquellos tiempos en que López del Hierro impartía consejos y consignas por SMS a Villa durante “La Mañana” de COPE. “¡Más garra, más pasión, Nacho!”, ordenaba el inquietante empresario. Y el otro, para sorpresa de los presentes en el estudio, pegaba un respingo y se levantaba de la silla.

Los datos no acompañaron aquella aventura, como no lo hicieron con un sustituto aún peor, Ernesto Sáenz de Buruaga, que, sorprendentemente, aguantó cuatro años. Tuvo que venir Carlos Herrera para rescatar la franja matinal de la COPE. Hasta entonces, la nada. Bien pagada, eso sí, sobre todo con Buruaga.

Son muchos los secretos que guarda esta pareja que paseaba emboscada por Madrid para no ser cazada por los fotógrafos. Hubo muchos periodistas que bramaban por apoyarles y esconder sus historias que al final nunca se sabrán, pero que todos dicen conocer.

Villa, al que al margen de sus vinculaciones no se le puede negar un talento periodístico y un coraje para meterse en la boca del lobo, fue la opción favorita, como era lógico del matrimonio Cospedal-López del Hierro (los “reyes católicos del cigarral”, como les bautizó cierto periodista con mucha retranca) para hacerse cargo de la Radio Televisión de Castilla-La Mancha. No era una tarea fácil desembarcar en esa playa Omaha, tras lustros de dominio ‘socialbonista’, agencia de colocación de los Jordi García Candau y demás compañeros mártires. Pero Villa, en eso, siempre fue un soldadito de plomo.

La gestión fue lo que fue: ni mucho mejor, ni peor, que otras gestiones realizadas por conmilitones con vitola popular o socialista en otras cadenas, sin entrar en TV3, que es asignatura aparte. Pero todo adobado con el estilo Villa: poca empatía externa, desembarco (lógico) de colaboradores cercanos, falta de disciplina y de atar en corto a algunos de esos mismos, etc. y todo bajo el bombardeo sistemático de las baterías filosocialistas o damnificadas por la llegada de los nuevos señores.

Cuando aquello terminó, Villa se dejó muchos pelos en la gatera, profesional y físicamente, y optó por quitarse de en medio montando un medio gastronómico, “Ceviche de sandía”. De forma discreta, ha conseguido entrar en dicho terreno y, según quienes le han frecuentado en los últimos tiempos, se le advierte un poso de desengaño. “Da la sensación de que todo el salseo político le importa poco y su mayor preocupación es pedir el cava en copa de vino”, aseguran.

Esa caída discurre paralela a la de quienes fueron sus grandes protectores en otro tiempo. De la primera secretaria general mujer del PP queda poco ya después de que las primarias auparan a Pablo Casado y, al estallar las vinculaciones de su marido lobista (¿algo que contarnos, Blas Herrero?) con el tóxico comisario Villarejo, optara por apartarse de la política y regresar a la Abogacía del Estado. En cuanto al hombre que distribuía consignas a su locutor de cabecera, tampoco atraviesa sus mejores momentos después de que tanto él como su esposa dejaran en la estacada a muchos de quienes les ayudaron en su recorrido.

Y es que amor con amor se paga.

Seguiremos Informando…

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