Lagrimeo intenso, dolor ocular, espasmos involuntarios en los párpados o sensación de tener arenilla en los ojos, son algunos de los síntomas que puede provocar una excesiva exposición a los rayos UV del sol.
Tal como explica la doctora Teresa Sánchez-Minguet, responsable de la unidad de oftalmología de Vithas Valencia Consuelo, “descuidar los ojos en verano podría acarrear graves consecuencias tanto a corto plazo como a medio-largo plazo. Por eso es importante educar en la protección de los ojos desde la infancia y que estos hábitos perduren hasta la vejez pues así se evitan lesiones por acumulación de la exposición solar” y puntualiza “la mayoría de las personas están muy concienciadas con la protección de la piel, sin embargo, descuidan la protección de sus ojos y no se debe olvidar que el exceso de exposición solar incrementa el riesgo de determinadas afecciones oculares como fotoqueratitis, ptergion, fotoconjuntivitis, incluso cataratas”.
La especialista recalca la importancia de la utilización de lentes con filtros solares homologados, sombreros y sombrillas “especialmente de 12 a 17 horas, que son las de mayor incidencia solar, incluso aunque esté nublado, ya que en los meses de verano que es cuando más intensidad de radiación UV recibimos y cuando más tiempo pasamos al aire libre” y comenta que “para proteger adecuadamente los ojos de la radiación solar debemos tener en cuenta la utilización de lentes que bloqueen los rayos UV, tanto los UVA como los UVB y la elección de monturas que cubran toda el área del globo ocular”.
Patologías oculares por exposición solar
Según la American Optometric Association (AOA), determinados tipos de cataratas están relacionados con una prolongada exposición solar de los ojos. También ciertas clases de luz pueden provocar daños en la capa de células retinianas que tapizan el fondo del ojo. Según la doctora Sánchez-Minguet, “la radiación solar elevada sin protección aumenta el riesgo de evolución de cataratas con la consecuente pérdida de agudeza visual; retinopatías y degeneración macular”.
Por otra parte, la exposición excesiva también puede dar lugar a la fotoconjuntivitis que es una inflamación de la conjuntiva que provoca irritación ocular, sensación de arena y como consecuencia un exceso de lágrima, o a la fotoqueratitis, ” que se origina, -indica la especialista-, cuando la luz incide en la capa más externa de la córnea, llamada epitelio corneal, durante un tiempo prolongado. Por el efecto de la luz esta capa se “descama” y deja las terminaciones nerviosas del ojo al descubierto. Esta afección o inflamación de la córnea debida al exceso de exposición a los rayos UVA y UVB produce dolor, sensación de arena en el ojo, elevada hipersensibilidad a la luz y en muchos casos visión borrosa”.
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