El Gobierno de la Comunidad Autónoma de Madrid (CAM) lo venía anunciando desde unos días antes. El viernes por la mañana, comunicaría en rueda de prensa las nuevas medidas que el Ejecutivo regional ha decidido poner en marcha para frenar el importante avance del Covid en la Comunidad. De repente, por sorpresa, ese mismo viernes por la mañana, el Ministerio de Sanidad anuncia que, a la misma hora a la que la Comunidad de Madrid había convocado a los medios, el ministro de Sanidad, Salvador Illa, comparecería también ante ellos.
Dos ruedas de prensa de las principales administraciones sanitarias la misma mañana, a la misma hora y para hablar del mismo tema. En la primera, el viceconsejero de Salud Pública y Plan COVID-19, Antonio Zapatero, anunciaba que la CAM extenderá a 8 nuevas áreas de su territorio -que han superado la barrera de las 1.000 personas contagiadas por cada 100.000 habitantes- las restricciones a la movilidad y de horarios comerciales que ya se habían activado anteriormente en otras 37 áreas de la Comunidad. Al mismo tiempo, Salvador Illa, en una rueda de prensa sin precedentes, señalaba sus discrepancias con la decisión del Ejecutivo regional, afirmando que las medidas anunciadas no lo parecen suficientes y que las esperaba más ambiciosas. Y, todo esto, mientras el lunes anterior ambos Ejecutivos habían acordado la creación de un “espacio de cooperación” para hacer frente a la segunda ola de la pandemia.
Sin entrar a opinar en torno a si las medidas anunciadas son o no las necesarias, que para eso están los profesionales y especialistas en Salud, hay algo que sí tengo claro: los mensajes contradictorios y la falta de cooperación también en Comunicación no nos va a ayudar a salir de una de las peores crisis sanitarias que ha vivido el mundo. Lejos de ello, lo que posiblemente conseguirá es generar una gran incertidumbre y alarmismo entre la población.
En escenarios de crisis como el actual, la Comunicación desempeña un papel fundamental para hacer frente a la preocupación social y trasladar a la población un mensaje de tranquilidad y confianza. Aunque la Comunicación no resuelve por sí misma una crisis de estas características, ayuda enormemente a gestionarla, contribuye de manera significativa al éxito de las medidas de control que se propongan y permite salir de ella generando la menor alarma a la población. Y lo contrario.
Es cierto que en escenarios de crisis de salud pública como el actual no hay fórmulas magistrales en la estrategia de Comunicación, pero sí una serie de ingredientes básicos. Así, es importante informar con rapidez, de forma solvente, continuada y con tranquilidad. Se debe actuar con transparencia, diciendo la verdad de forma clara y sin especulaciones. Y no menos importante, todos los implicados en la gestión de la crisis deben informar de forma coordinada y con uniformidad de los mensajes.
Y es que, si dudosa es la eficacia de no trabajar en equipo, dejando a un lado cualquier interés, en uno de los peores momentos que el mundo ha vivido en muchos años, no tengo duda de que la descoordinación en Comunicación y los mensajes encontrados únicamente conseguirán generar desazón y desconfianza entre la población.
Rosa María García
Directora Área Salud Estudio de Comunicación