A perro flaco, todo le son pulgas, reza el refrán. Y, en el caso de Luis Bárcenas, por ración doble. Durante años, el ex tesorero del Partido Popular (PP) hizo todo lo posible para que su esposa, Rosalía Iglesias, ex secretaria de la formación, quedara al margen de las cuestiones relacionadas con las tramas corruptas en que estaba envuelto él.
Una misión difícil, ya que Iglesias aparecía relacionada con los asuntos más turbios del ex tesorero, y que la semana pasada se revelaba imposible después de que la Justicia ratificar la condena de la primera sentencia por Gürtel.
A pesar de todo, la esposa de Bárcenas ha visto reducida su condena de quince a doce años y once meses, pese a que se ha acreditado que tenía conocimiento de la procedencia de los fondos y del incremento del patrimonio familiar.
Ahora, además, el matrimonio tendrá que hacer frente a la condena del coronavirus. La pareja, que contaba con agruparse en la prisión madrileña de Soto del Real (en la que Bárcenas lleva años ingresado), ha tenido que variar sus planes después de que las autoridades penitenciarias decidiesen cerrar el módulo de mujeres ante el incremento de infectadas por coronavirus.
Iglesias ya estuvo en dicha prisión en 2018 durante unas horas, saliendo tras abonar 200.000 euros en concepto de fianza.
La noticia se conoció el pasado viernes. En total, una treintena de internas pasan a las cárceles de Alcalá-Meco y Ávila ante dicho cierre, producido al detectarse 60 casos entre más de mil intern@s.
Iglesias, que tiene que ingresar en breve para cumplir condena, ha solicitado el cumplimiento de la misma en la prisión alcalaína, más cercana a su domicilio en la capital.
Este mismo lunes se conocía que Bárcenas solicitaba el traslado a Alcalá-Meco con ánimo de estar más cerca de su esposa. Los planes iniciales de estar cerca de Iglesias en Soto del Real, donde se dan cita varios “vip”, se han ido al traste por la pandemia.
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