El 29 de octubre es el Día Mundial del Ictus. En esta ocasión, se ha hecho especial hincapié en la importante prevalencia que tiene esta enfermedad neurológica en todo el mundo, ya que uno de cada cuatro adultos, mayores de 25 años, sufrirá esta enfermedad a lo largo de su vida. Prevenir, de forma activa, esta enfermedad puede llegar a reducir significativamente el número de casos nuevos al año.
Actualmente, cerca de 14 millones de personas en el mundo sufrirán un ictus este año. De ellas, 5,5 millones morirán. Si no se llevan a cabo acciones que lo atenúen, la tendencia indica que el número de ictus anuales aumentará un 35% y el de muertes un 39%. Además, el ictus es la principal causa de discapacidad en el mundo.
¿Qué es un ictus?
La doctora María Alonso de Leciñana, Coordinadora del Grupo de Estudio de Enfermedades Cerebrovasculares de la Sociedad Española de Neurología (SEN), explica que “se denomina ictus a cualquier episodio en el que se interrumpe el flujo sanguíneo que llega al cerebro. La causa más frecuente suele ser por un coágulo en alguno de los vasos que le suministran sangre, es lo que llamamos ictus isquémico. Pero también puede producirse por la ruptura de alguno de estos vasos, produciendo una hemorragia: en este caso se tratará de un ictus hemorrágico”.
Además, es importante dejar claro que en el caso del ictus cada minuto cuenta. “Por eso es tan importante llamar al 112 ante la presencia de algún síntoma de esta enfermedad neurológica como es: pérdida de fuerza repentina de la cara, brazo y/o pierna de un lado del cuerpo; la alteración repentina del habla con dificultad para expresarse o para entender lo que se nos dice; la pérdida súbita de visión parcial o total en uno o ambos ojos; o dolor de cabeza súbito de intensidad inhabitual y sin causa aparente”, añade la doctora Alonso.
Hábitos de vida saludable
Según la doctora María Alonso de Leciñana, “la actuación sobre los hábitos de vida constituye una piedra angular en la prevención primaria y secundaria del ictus. La abstinencia o cese del hábito tabáquico, del consumo excesivo de alcohol, evitar la exposición a estrés crónico, evitar el sobrepeso o la obesidad, seguir una dieta mediterránea suplementada con aceite de oliva y frutos secos. Además de la práctica regular de actividad física, son medidas fundamentales para reducir el riesgo de sufrir un ictus. Tampoco podemos olvidar hacer la necesaria recomendación de controlar adecuadamente la tensión arterial, el azúcar y el colesterol”.
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