Luis Bárcenas, el hombre que pasó de ser el más querido a convertirse en enemigo público número uno para el PP, continúa proyectando su sombra sobre la formación. Mientras el casadismo sigue autoaplaudiéndose con complaciencia por el discurso de la moción de censura, en Génova algunos veteranos prefieren mirar con algo más de perspectiva y un juicio implacable: “La sombra de Luís sigue siendo alargada”.
En realidad, Bárcenas se ha convertido en una sombra imposible de difuminar y que el PP de Casado va a tener que ‘comerse’. “Pablo podrá decir lo que quiera pero si las cosas con Bárcenas se complican, se las va a tragar él, que es el que manda ahora”, aseguran. Por mucho que Casado haya pretendido instaurar el borrón y cuenta nueva.
La estrategia ya la utilizó Mariano Rajoy y su plana mayor, pasando del envío de mensajes SMS a desvincularse del extesorero y señalándole como una “herencia recibida” del aznarismo. “Una estupidez como un castillo”, pudo oírse entonces a cierto exministro, que recorría reservados de restaurantes madrileños preguntándose, en sentido retórico, “de dónde venimos Mariano y el resto de nosotros”. “Ahora será que estábamos todos en Bandera Roja, como Celia [Villalobos]”, aseguraba a sus interlocutores un personaje con escasas simpatías por el entonces ministro de Interior, Jorge Fernández, a pesar de compartir, supuestamente, advocaciones marianas. Terrenales y espirituales.
Precisamente lo de Fernández es otro asunto que algunos no entienden que no le quite el sueño a Casado y a su séquito (los Hispán, las Pelayo… y un Montesinos de capa y flequillo caído). La sintonía de Casado con el exministro de Interior que ostenta el récord de haber sido grabado en su despacho es nula y eso, señalan fuentes populares, ha generado tensiones con poderes fáctico-mediáticos en el ámbito del centro-derecha vinculados a Fernández. El ‘casadismo’, sin embargo, sentencia con rotundidad: “Fernández está muerto para Casado y ni sus amigos van a poder resucitarlo”.
La posible implicación de Fernández en una operación de espionaje a Bárcenas es otro motivo para colocar el cordón sanitario al extitular de Interior. “La sensación generalizada es que todo lo que tocaba acababa siendo una chapuza”, argumentan.
A esto se suma la olla a presión del propio Bárcenas. “Hoy, afirman, Luis es más peligroso que nunca porque es un animal acorralado”, se apunta. ¿Las razones? La condena de su esposa, Rosalía Iglesias, agravada por un traslado de prisión a causa del coronavirus. “Ha pasado de La Moraleja carcelaria en Soto, con los VIP, a la Cañada Real penitenciaria en Alcalá”, señalan fuentes del sector penitenciario. Y todo por estar cerca de Iglesias, obligada a trasladar a la prisión alcalaína ante el cierre del módulo femenino de Soto del Real por la pandemia.
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