La visita de Pedro Sánchez al hospital La Paz utilizando la ausencia de Ayuso en Madrid, fue un movimiento a la desesperada para lograr cierta empatía del presidente con los madrileños, justo unos días antes de anunciar el impuesticidio en Madrid. Se equivocó Redondo, una vez más, ya que la consecuencia fue la percepción de Sánchez como un oportunista, sobre todo, cuando en sus intervenciones públicas, ya sea en el Congreso o en los famosos “Aló Presidente”, reclama la unidad de todos en torno a la crisis del Covid.
La incongruencia entre el discurso y las acciones se hizo patente más que nunca en esa visita en la que la presidenta de la Comunidad de Madrid se encontraba en Barcelona. La actuación de Sánchez logró apuntalar el liderazgo de Ayuso, convertida en la diana del Gobierno y, por tanto, en la figura política más importante, precisamente por la obsesión por abatirla.
La consolidación de ésta como lideresa nacional la orquestó, sin quererlo, la izquierda. Los “allegados” de Sánchez e Iglesias, protestaron a las puertas del nuevo hospital Isabel Zendal mientras muchos tertulianos repetían por las cadenas de televisión y redes sociales el argumentario de Redondo. “Hoy hemos inaugurado un hospital sin médicos”. La consigna era tan retorcida como retorcer la verdad. Y es que convertir en una mala noticia la creación de un hospital no es imposible, pero sí poco creíble. El plan de comunicación contenía acciones de movilización, mensajes adaptados en función de la deriva del hostigamiento, pero no se trabajó lo suficiente el argumentario, más allá de unos whatsapp a informadores amigos. Redondo no supervisó las preguntas frecuentes y los periodistas del “briefing” oficial criticaban una cosa y su contraria: la mala gestión sanitaria en la Comunidad de Madrid y la creación de un hospital; la defensa de los que salen a la calle para que no se cierren hospitales y la de los que lo hacen porque se crean.
La estrategia de comunicación y el marketing político contra Madrid está convirtiendo a Sánchez e Iglesias en los ogros de los madrileños por la imagen de insensibilidad social que trasladan contra su Presidenta y, por tanto, contra los beneficios para éstos que Ayuso protege. Y es precisamente esta consecuencia, la que la líder popular ha sabido aprovechar para remarcar su discurso, lo que le está valiendo la simpatía de los que buscan un líder en el PP.
Ayuso, gracias al acoso de Moncloa y a su estrategia política y de comunicación, representa hoy la ilusión de muchos votantes del PP, incluidos los indecisos, que ven en ella a alguien en quien confiar. Los palos en las ruedas del Gobierno no han hecho más que incrementar su visibilidad nacional, aprovechada por Miguel Ángel Rodríguez para posicionarla en la rampa de salida, algo que Casado no ha sabido rentabilizar haciendo suya la gestión de Madrid. Nunca es tarde, si el presidente del PP logra que su equipo le facilite las cosas y evite que pregunte, por ejemplo, si el nuevo hospital tiene quirófanos.
Para hacer de oposición, mejor que no vaya.
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