Desde hace 15 años, cada 28 de enero se celebra el Día Europeo de la Protección de Datos, fecha proclamada por la Comisión Europea, el Consejo de Europa y las autoridades de Protección de Datos de los estados miembros de la Unión Europea para informar y concienciar sobre los derechos y obligaciones de los ciudadanos como usuarios de Internet.
En palabras de Eduardo Cavanna, tutor del Programa de Delegado de Protección de datos de IMF Institución Académica y director del Grado de Derecho: “Gran parte de la población conoce el riesgo de una clave insegura, pero posiblemente pocos se preocupan en su complejidad.” Y alerta: “En 2018, España consta como el país de la UE con más víctimas por fraude de identidad en la Red, según cifras de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat). El 7% de los internautas españoles fue víctima de robo de identidad, en comparación con la media comunitaria, del 4%”.
La llegada de la revolución digital ha alterado de forma contundente nuestra privacidad, por lo que se ha hecho necesario alcanzar un acuerdo que garantizase el respeto de la información personal a cualquier persona en cualquier lugar. Con la llegada de la COVID-19 y el consiguiente auge del teletrabajo y de uso de nuevas aplicaciones, la ciberseguridad ha sido uno de los grandes olvidados, por lo que los cibercriminales han aprovechado para perfeccionar sus técnicas y aumentar sus ataques.
Recientemente, también han surgido problemas con grandes compañías por la vulneración de la protección de datos. Como el caso del servicio de mensajería instantánea WhatsApp, que envió a miles de usuarios un mensaje que confirmaba que iba a comenzar a compartir los datos con Facebook, a la vez que obligaba a sus usuarios a aceptar los nuevos términos de uso para poder seguir usando la app. Tras las múltiples quejas recibidas, finalmente rectificó y afirmó que no pueden conocer la localización ni el contenido de los mensajes, ni tampoco escuchar las llamadas, cifradas de extremo a extremo. Por tanto, ante la polémica suscitada, se ha retrasado la entrada en vigor de los nuevos términos, donde se vislumbra un fin económico de WhatsApp, y una desconfianza de los usuarios ante los movimientos de la matriz Facebook.
Contraseñas óptimas, tarea pendiente para los internautas españoles.
Pese al gran número de plataformas, redes sociales y servicios a los que estamos suscritos, muchos usuarios siguen empleando contraseñas simples, un error que puede pagarse muy caro. Según el experto Eduardo Cavanna: “Para considerar una contraseña como segura, en principio ha de tener una longitud mayor o igual a 8 caracteres, mezclar mayúsculas con minúsculas, incluir números y caracteres especiales. Y siempre una contraseña por cuenta, que conviene además cambiar cada cierto tiempo, bimensual preferiblemente”.
Es importante mantener los criterios siempre de una elección de contraseña robusta. Así, Cavanna recomienda: “En todas las webs se tiene que confeccionar una contraseña sólida, y en parte evitar páginas inseguras (http) apostando por aquellas que tengan el símbolo del candado (https), aunque me temo que tampoco es una garantía. Un extra de seguridad es evitar clicar en un link desde un correo electrónico y escribir correctamente la URL del sitio a visitar. El uso de gestores de contraseñas o programas de seguridad también es una buena elección”.
Prácticas habituales que ponen en peligro la privacidad de los datos.
Son diversos los errores que cometen los usuarios y que, sin ser conscientes del todo, están comprometiendo su intimidad. Prácticas como difundir contenido inapropiado, instalar programas sin prestar atención, confiar en determinados correos electrónicos, clicar en la palabra “aceptar” en prácticamente todo, confiar en la gratuidad de determinadas aplicaciones o, incluso, comprar en páginas no oficiales o de confianza, entre otras.
Según Cavanna: “Para evitar caer en el 90% de los fraudes, muchas veces basta con utilizar la coherencia y el sentido común como primer paso, además de prevenir y educar, velar por la intimidad, la imagen, el honor, el secreto de las comunicaciones y la protección de datos personales”.
Así, Eduardo recuerda la necesidad igualmente de blindar la intimidad de los menores. “Ante cualquier duda, existe un canal prioritario de la Agencia Española de Protección de datos a disposición de los ciudadanos en caso de difusión ilegítima de contenidos sensibles de ámbito violento o sexual para solicitar su retirada, una lacra desgraciadamente muy presente en la actualidad”.
“No somos para nada conscientes de las políticas de privacidad, avisos legales o políticas de cookies. Vivimos en la era de la inmediatez y no solemos prestarles la debida atención. También es cierto que en la labor de los profesionales de la materia debe primar un lenguaje claro y sencillo, según establece el RGPD”, concluye Eduardo Cavanna.