La carta de Fernando Ónega en ‘La Brújula’ de Onda Cero ha resonado profundamente en el sector de los medios de comunicación. El periodista gallego se dirigió a ‘El Rubius,’ tildando su gesto de marcharse a Andorra para tributar, poco menos que como “delincuencia”. “El delito siempre tiene quien le aplauda”, aseguró, aprovechando para cargar contra el fenómeno ‘youtuber’.
Tras apuntar que ‘El Rubius’ contaba con 36 millones de seguidores y el menos seguido de la lista con cerca de cinco millones, Ónega se preguntaba “qué aportáis a la humanidad que no sean estupideces”. “Acongoja pensar que podáis ser los líderes y los símbolos de la nueva civilización”, concluyó.
Lo llamativo no es que Ónega haya descubierto el fenómeno ‘youtuber’ e ‘influencer’ (lo que demuestra un alejamiento de la realidad bastante importante), sino que haya entrado en un tema tan espinoso como el pago de impuesto. Y es que, como señalan fuentes del sector a prnoticias.com: A Ónega “le crujieron en la época de Montoro por temas societarios”.
“Muchos todavía recordamos cómo iba lamentándose de que si le llegaban a quitar la casa familiar en Galicia no respondía de sus actos”, aseguran esas mismas fuentes. “No deja de ser curioso que ahora hable de delincuencia, porque un chaval se vaya a Andorra para pagar menos impuestos. Habría que ver si con sus sociedades pagó menos impuestos, hasta que Hacienda le hizo pasar por caja con creces”, apuntan.
En cualquier caso, Ónega, siempre tan ubicuo, nunca deja indiferente tras haber recorrido prácticamente todo el arco político y profesional en el periodismo español. Aquel joven periodista que llegó a Madrid recomendado por los ámbitos falangistas, que tanto cultivó a José Utrera Molina, logró escalar a la jefatura de prensa de la Guardia de Franco, la organización militante del Movimiento.
Hace una década un libro, ‘Falangistas’ (La Esfera de los Libros), publicó una de sus imágenes ataviado con camisa azul y corbata negra en una recepción con Francisco Franco en El Pardo.
A su Caudillo lo glosó con una frase sentida el día de su muerte: “Así sólo mueren, Europa, los grandes hombres de la civilización”. Antes no había tenido empacho en pedirle a un redactor de ‘Arriba’, donde ejercía como subdirector, que escribiera un editorial a favor de los últimos fusilamientos del franquismo. “¡Pero si sale sin firma!”, dicen que le contestó al compungido periodista cuando le dijo que no podía hacer eso.
Curiosamente, cuarenta y cuatro años después se despachó con que “se tardó mucho en cambiarle de residencia” y otras lindezas cuando el Gobierno de Pedro Sánchez trasladó el cadáver del dictador a Mingorrubio. La “elegancia” de la que presumió con Cristóbal Montoro cuando Sánchez aprobó finalmente sus Presupuestos, brilló por su ausencia con el ‘gran hombre de la civilización’ al que tanto adoró. Ni adversarios políticos con mayores motivos para la inquina tuvieran tan mala baba.
Pero Ónega siempre ha estado a una vela y a la otra. Vendedor de hipotecas para el Banco Pastor y crítico con los desahucios (¿cuántos, por cierto, promovidos por dicha entidad bancaria?); ‘escribidor’ de discursos y ‘negro’ confeso de Adolfo Suárez para el “puedo prometer y prometo” y pasando de puntillas en su colaboración con el gurú Pedro Arriola, y otros tantos que tanto tendrían que contar, eso sí, después de esconder…
Al estilo de MacLuhan, “Ónega es el mensaje”.
Seguiremos Informando…