Para la Libertad sangro, lucho, pervivo.
Para la Libertad, mis ojos y mis manos,
Como un árbol carnal, generoso y cautivo,
doy a los cirujanos.
Para la Libertad, siento más corazones
que arenas en mi pecho dan espuma a mis venas;
y entro en los hospitales, y entro en los algodones,
como en las azucenas.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan,
ella pondrá dos piedras de futura mirada,
y hará que nuestros brazos y nuestras piernas crezcan
en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño,
reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida;
porque soy como el árbol talado que retoño:
aún tengo la vida.
Y punto.
Seguiremos Alucinando…
Con especial cariño a Javier Gállego y a todos los periodistas atacados por decir lo que piensan.