Desde hace un año, las mascarillas forman parte del día a día de toda la población. Sin embargo, para los alérgicos, no es un complemento nuevo en la época primaveral. La percepción sociológica sobre su uso ha cambiado, ya no solo se trata de un accesorio de uso clínico o de pacientes con riesgo alergólogo, sino que convive con todos nosotros.
Con la llegada del mes de marzo comienzan a desarrollarse las alergias, patologías que afectan a un 20% de la población española. Según un estudio publicado en 2020, debido al uso generalizado de las mascarillas, se ha observado un descenso en síntomas de rinitis alérgica general
Xavier Gastaminza, Director General de Star Care, afirma que “esta reducción de síntomas se debe a que las mascarillas más recomendadas para afrontar la COVID-19 son las FFP2 y FFP3, las mismas que aconsejan los alergólogos para las personas con rinitis alérgica. El polen, las esporas de hongos o las heces de los ácaros del polvo doméstico suelen tener un tamaño muy pequeño y nuestras mascarillas FFP2 tienen la eficacia de filtración suficiente como para impedir su paso”. Por tanto, usar una mascarilla FFP2 o FFP3 puede filtrar todos estos alérgenos.
Las mascarillas FFP2 de Star Care tienen un adaptador en la goma que permite regular y colocar la mascarilla de una forma efectiva para evitar molestias o una mala colocación de la misma. La manipulación y extracción adecuadas de la mascarilla es fundamental para su efectividad, para ello es recomendable lavarse las manos cada vez que una persona vaya a ponérsela, quitársela o manipularla. No obstante, para hacerlo se deberá coger tocando únicamente las cuerdas o los elásticos y adaptarla de forma correcta.
Seguiremos informando…