Los partidos de izquierda han convertido la campaña en un debate sobre la pervivencia de la democracia a partir de las amenazas de muerte y las balas enviadas al candidato de Podemos, Pablo Iglesias. La campaña de la Comunidad de Madrid ha virado desde que la candidata de Vox, Rocío Monasterio, no condenó las amenazas de muerte enviadas también con balas al ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska, y a la directora de la Guardia Civil, María Gámez. Monasterio puso en duda la veracidad de las amenazas y su líder, Santiago Abascal ha insistido en un mitin, a modo de Maduro y en el que se inventan los atentados.
El bloque de izquierdas hizo piña con Iglesias después de que éste abandonara el debate en la Cadena SER y hasta el “soso” Gabilondo que días antes había dicho que “con este Iglesias, no pacto”, ahora le insta a unir esfuerzos de cara al 4M. “No podemos permitir que el odio se imponga sobre la democracia”, dijo el candidato socialista para justificar su retirada de los debates con Vox. “Esta ultraderecha es incompatible con la democracia”, zanjó.
Los mensajes de la izquierda se centran ahora en generar un debate sobre la pervivencia de la democracia en nuestro país, si Vox acumula poder institucional, una manera de imponer un cordón sanitario en torno a los de Abascal y presionar, de paso, al PP para que no pacte con la formación en caso de necesitarlo para formar gobierno.
Ven los partidos de izquierda una ocasión única para evitar de esta manera que la derecha gobierne en Madrid y, además, para movilizar a sus votantes el 4M a sabiendas de que la escasa participación les perjudica.
Mientras el PP de Casado calla ante las provocaciones de la izquierda y la sobreactuación con el debate de la democracia, periodistas afines a la derecha se encargan de difundir el mensaje de que el Gobierno de coalición PSOE-Podemos ha pactado con Bildu, “los herederos de Eta” y con ERC, “el partido que apoyó un golpe de Estado de Cataluña”. La última en repetirlo fue la periodista María Claver, en laSexta Noche, que protagonizó, junto a Antonio Maestre, momentos de tensión superlativos.
Ambos tertulianos visibilizaron la tensión política que se vive en España, subiendo los decibelios para defender los argumentos de uno y otro bloque.
Mientras Claver repudió el comunismo, responsable de al menos cien millones de muertos, dijo, y condenó el fascismo, Maestre pretendió enmendarle la cartilla con unos datos que distinguían entre el comunismo y el estalinismo, a lo que la periodista respondió: “Lecciones de moral de un comunista, ninguna. Y cordones sanitarios de un comunista, ninguna”, le lanzó. “Si me llamas comunista, yo te llamo fascista, que has estado en la plaza de Colón”, le respondió él, aludiendo a la presencia de ésta en la Plaza de Colón junto a PP, Ciudadanos y Vox “Si no retira lo de comunista, yo la llamaré fascista cada vez que haga una interpelación”, insistió Maestre, que anunció que no iba a volver a hablar con la tertuliana hasta que no se retractara de sus palabras, imitando la estrategia de los políticos de izquierdas que se han negado a celebrar debates electorales si Vox está presente.
Finalmente, la colaboradora se retractó.
El momento se produjo mientras los tertulianos de los bancos de izquierdas, escuchaban displicentes los argumentos de los de los bancos de la derecha. Como si de una estrategia se tratara, los primeros decidieron no interrumpir las palabras del director de La Razón, Francisco Marhuenda, dejándole lanzar sus dardos sin discutirle nada, algo parecido a lo que hicieron con el director de OK Diario, Eduardo Inda, que hizo un perfil de Iglesias en el que quiso demostrar que es un hombre “violento”. Inda escudriñó la trayectoria de Iglesias y sus declaraciones para intentar demostrar su calificativo hacia el candidato de Podemos, con el silencio de los periodistas afines a la izquierda. No obstante, el director de OK Diario, decidió no volver a hablar a lo largo del programa por lo que consideró una discriminación del turno de palabra hacia su persona.
Sin debates electorales, los programas políticos se han convertido en el reflejo de esta campaña.
La violencia verbal ocupa la parrilla.
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