La posición de Karima Benyaich, embajadora de Marruecos en el Reino de España, vuelve a encontrarse en una situación comprometida, en gran medida a causa de la gestión del Gobierno de Pedro Sánchez y de la hospitalización por “razones humanitarias” del líder del Frente Polisario en España.
La actitud del Ejecutivo español tampoco ayuda, ya que ha preferido mantener el mutismo sobre el ingreso por COVID de Brahim Gali, secretario general del Frente Polisario, en el hospital San Pedro de Logroño. Las dos ministras más implicadas en el asunto, Arancha González Laya (Exteriores) y Carolina Darias (Sanidad), tampoco han contribuido a clarificar el asunto, limitándose a un discurso de lugares comunes.
Esta contingencia ha cogido por sorpresa a la embajada marroquí en España, apenas unos meses después de que Benayich estuviese en la picota de Rabat al ser considerada demasiado “suave” para los intereses cherifianos.
Durante un tiempo, incluso, se barajó la posibilidad de un relevo en la sede diplomática marroquí para favorecer un “halcón”.
Entonces, Rabat consideró que algunos de los movimientos en la política española con respecto a Marruecos estaban inspirados por el entorno morado del Gobierno. Una hipótesis que, sin ser descartada, ahora empieza a amplificarse al resto del Ejecutivo, a pesar de contar con integrantes estimados como cercanos al vecino del Sur.
En todo caso, para los expertos en el Magreb y en la zona no ha pasado desapercibido este hecho, el del ingreso de Gali en un hospital español, ya que el Polisario ha mostrado en numerosas ocasiones su vinculación con Argelia, donde, aseguran, hubieran podido atenderle.
Tampoco queda claro por qué el Gobierno, si estaba empeñado en restar importancia a esto, eligió hospitalizarlo en un centro riojano y no en uno más cercano, como Canarias.
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