La crisis sanitaria generada por la COVID-19 también ha afectado a la práctica habitual en oncología, debido a la reorganización que ha sufrido la sanidad para atender a los enfermos y a las medidas adoptadas para frenar los casos. La investigación clínica en cáncer ha sido una de las más afectadas, con una disminución del 60% en la puesta en marcha de nuevos ensayos clínicos, dificultades para reclutar pacientes o la paralización de estudios por la falta de personal sanitario.
No obstante, la investigación clínica en oncología no se ha detenido. La introducción de nuevas estrategias en la gestión remota de los ensayos y los cambios en los protocolos de atención al paciente han permitido mantener la investigación en los momentos más críticos de la pandemia.
Por ejemplo, se garantizó el acceso al tratamiento y el seguimiento clínico de los pacientes participantes en ensayos clínicos mediante medidas como el envío de la medicación a domicilio o la realización de consultas de seguimiento telefónicas, reduciendo así la necesidad de realizar visitas físicas al hospital.
En esta misma línea, se prevé una mayor flexibilidad en cuanto al lugar donde se realizan las evaluaciones clínicas al paciente. De esta manera, se evitaría la necesidad de desplazamientos al hospital de referencia, así como la obligatoriedad de visitas presenciales. Este seguimiento adaptado podría mejorar la generalización de los resultados de los ensayos clínicos a la población general.
Agilizar los ensayos clínicos para la investigación
Según explica Roldán Cortés, Director de Desarrollo de MEDSIR, “estos cambios, que han simplificado numerosos procedimientos en un momento de gran necesidad, presentan un gran potencial para agilizar la investigación clínica en oncología a largo plazo. Por tanto, conviene aprovechar la experiencia para mantener estas medidas más allá de la pandemia”.
Además, como dato positivo, la pandemia ha puesto de relieve la importancia de la investigación clínica entre el público en general. Las estrategias y medidas introducidas pueden facilitar la participación de los pacientes en ensayos clínicos en oncología. Esto supondría una oportunidad para acelerar su acceso a los tratamientos más prometedores contra la enfermedad.
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