El pasado miércoles ‘El Confidencial’ prescindió de Roberto Ballesteros, redactor que se había incorporado al medio, tras la crisis de ‘La Gaceta’ e Intereconomía. Ballesteros comunicó su salida en Twitter, sumándose al constante goteo de salidas que lleva produciéndose en los últimos años, en el medio editado por Totoyo y dirigido por Nacho Cardero.
Esta decisión vuelve a demostrar que el digital es una lotería que empieza a verse con desconfianza en el sector, ya que la forma de funcionar de ‘El Confidencial’ sitúa una espada de Damocles sobre la cabeza de cada trabajador.
En el caso de Ballesteros, el periodista se había especializado en cuestiones de Interior, siendo considerado como un complemento a la labor de José María Olmo, peso pesado de dichas cuestiones en el digital de Cardero. Precisamente, tanto Olmo como Ballesteros se habían incorporado a raíz de la crisis de ‘La Gaceta’, que terminó con su cierre en la edición en papel. Uno y otro procedían de la anterior propiedad de Julio Ariza, que ni paga ni indemniza, que se lo pregunten a Pedrerol.
En los últimos tiempos, Ballesteros también había conectado con el entorno de Tizona Comunicación, que asesora a Santiago Abascal y controla la política de comunicación de Vox, siendo receptor de exclusivas como la puesta en marcha de la antena madrileña del centro de formación de Marion Marechal Le Pen. Una iniciativa paralela desarrollada por los promotores de Tizona, Gabriel Ariza y Kiko Méndez Monasterio, con el apoyo de Miguel Menéndez Piñar y Javier Tebas junior.
Además, Ballesteros, según parece, también había sido beneficiario de algunos documentos proporcionados por el comisario Villarejo y su entorno, que en su momento levantaron polvareda en el sector periodístico al ser considerados de autoría discutible.
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