Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mitad de la población sufrirá una enfermedad mental a lo largo de su vida. La pandemia de la COVID-19 y algunas prácticas como el teletrabajo están produciendo efectos en la salud emocional de los ciudadanos en todos los ámbitos, concretamente en el empresarial. La depresión y la ansiedad están a la orden del día.
Varios estudios, como el realizado por la OIT (Organización Internacional del Trabajo) en 2020, señalan que el 60% de los empleados sufre depresión o ansiedad. No obstante, la mitad de los días laborables no productivos son consecuencia de los efectos nocivos del estrés en la salud de los trabajadores.
Además, la salud mental también repercute en el rendimiento de la empresa, viéndose afectada la productividad y el absentismo. No menos importantes son otros efectos menos tangibles, como un estado de ánimo negativo entre los trabajadores y una reputación desfavorable para la compañía.
Desde el Colegio Oficial de Psicología de Madrid aseguran que las empresas no pueden esperar que la productividad vuelva a los niveles anteriores a la pandemia porque la preocupación e incertidumbre de los trabajadores no se va sólo con el tiempo.
Ansiedad en la evaluación de riesgos laborales
Hasta el momento, solamente era obligatoria la revisión psicológica en algunas actividades laborales (Directiva marco 89/391/CEE) como los controladores aéreos. Dada la situación actual, el Ministerio de Trabajo pretende reparar en muchos más sectores profesionales, como el sanitario o el sector servicios entre otros.
A partir de la aprobación de la exigencia de este plan de prevención psicológica, las empresas que no tomen las medidas podrán ser sancionadas de acuerdo a la Ley sobre Infracciones y Sanciones en el Orden Social según el Criterio técnico 104/2021 sobre actuaciones de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social en Riesgos Psicosociales.
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