Actualmente, los datos disponibles apuntan que alrededor de un 25% de los casos de cáncer de colon tiene que ver con la alimentación, concretamente con el consumo de carne roja y procesada. Según explican desde CRIS contra el cáncer, su consumo también se relaciona con el de estómago, páncreas, nasofaríngeo e incluso con el de pulmón.
En el año 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC), organismo perteneciente a la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya declaró la carne procesada como cancerígena para los seres humanos y la carne roja como potencialmente cancerígena.
¿Cuánta carne deberíamos consumir?
El consumo de carne procesada y el de carne roja no afectan de igual manera al riesgo de padecer un cáncer colorrectal. Según CRIS contra el cáncer, “la Ciencia asegura que incluso pequeñas cantidades de carne procesada, cuando se consumen regularmente, aumentan el riesgo de padecerlo. De ahí que la recomendación de las Instituciones sanitarias sea evitar su consumo.”
Sin embargo, “existe una fuerte evidencia de que comer grandes cantidades de carne roja aumenta el riesgo. De ahí que la recomendación de las Instituciones sanitarias sea moderar su consumo. En ningún caso la recomendación pasa por dejar de consumirla, ya que la carne y la roja en particular, es una buena fuente de nutrientes esenciales, proteínas y minerales”, apuntan.
Según las cifras fijadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), de los 500 gramos de carne que deberíamos consumir a la semana, sólo 200 gramos deberían ser de carne roja. Si nos referimos al consumo diario, un máximo de 70 gramos diarios de carne, preferiblemente blanca y no procesada disminuye nuestro riesgo.
¿Qué se considera carne roja y qué carne procesada?
La gran clasificación en el mundo de las carnes es aquella que divide a estos alimentos en carnes rojas y blancas. Las rojas incluyen carne de vaca, ternera, de cordero, de caballo, de cerdo, cabrito o de buey, mientras que entre las blancas encontramos carne de conejo, pollo, pavo u otras aves.
En el otro lugar está la carne procesada, que se refiere a la carne que ha sido transformada a través de la salazón, el curado, la fermentación, el ahumado, u otros procesos para mejorar su sabor o su conservación. A este grupo pertenecen las salchichas, los fiambres, el jamón serrano y de York, carne en conserva, cecina, salsas a base de carne, etc.
Por último, desde CRIS contra el cáncer hacen hincapié en que “la relación se establece entre el consumo de carne roja, y carne procesada. No hay relación entre el consumo de carne blanca y el aumento de riesgo de padecer cáncer de colon”.
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