Por Joaquín Mirkin
La Oficina Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, una de las instituciones más serias en materia de análisis prospectivo, ha publicado un extenso Informe titulado Global Trends 2040, en el que se describen las principales tendencias para el futuro. En él se señala a la pandemia de la Covid-19 como el hecho más disruptivo desde la Segunda Guerra Mundial, y se exponen 5 diferentes escenarios para el futuro próximo. De estas posibilidades, nosotros proyectamos una; la prevalencia de un mundo en coexistencia competitiva, entre Estados Unidos y China.
Observamos la preponderancia de las dos superpotencias liderando el crecimiento económico global, restableciendo una relación comercial sólida entre sí. Sin embargo, esta gran interdependencia económica, que está produciendo la mayor profundización en la integración del sistema capitalista, tendría un contrapeso: la competencia entre Washington y Beijing por la influencia, los modelos de gobernanza y el dominio tecnológico.
En este sentido, las potencias podrían involucrarse en crecientes operaciones de influencia, en espionaje corporativo y ataques cibernéticos que les permitirían alcanzar sus objetivos sin arriesgarse a guerras. En este contexto, vemos a un Estados Unidos carente del dese -ni con capacidad- para liderar un sistema multilateral, que continuará apoyando, pero sin ser cabeza del mismo. Esto abre una posibilidad también a la Unión Europea, una fortaleza de prosperidad económica y de estabilidad política clave en la Alianza Transatlántica y el mundo Occidental.
Liderazgo corporativo
Asistimos al descontento y falta de confianza en gobiernos, empresas, medios, y ong´s a escala planetaria. Muchas corporaciones son percibidas como actores preocupados por sus intereses particulares, en detrimento del bien común. La opinión pública demanda hoy actores sociales comprometidos en la construcción de un presente y un futuro mejor. La presión sobre las empresas para que se involucren en la resolución de los asuntos públicos va en aumento, mientras las regulaciones están cambiando radicalmente.
Las marcas están evolucionando hacia un nuevo liderazgo que persigue alinear su propósito con los nuevos valores que preocupan a la opinión pública. Por ejemplo, el paro, la desigualdad y la pobreza, la mega evasión fiscal, el racismo sistémico y el auge de extremismos, la falta de acceso a una sanidad de calidad, y el deterioro del medio ambiente. Y, por supuesto, un foco que se amplíe al entorno social. Se demanda, en primer lugar, proteger a empleados, pagando buenos salarios y abriendo de forma segura a la pospandemia.
Nuevo eje de influencia
A pesar de que la relación bilateral entre Madrid y Washington es buena, da la impresión de que el vínculo con la nueva Administración Biden podría mejorar, tornándose más político. España también podría recuperar espacios perdidos de mayor relevancia e influencia en América Latina, en un momento en que la región atraviesa por una crisis profunda y ausencia de liderazgos.
Pese a la fuerte caída económica en 2020, España continúa siendo vista con gran admiración por las élites latinoamericanas. Sin embargo, también parece estar perdiendo influencia, ante el desinterés de la opinión pública española y el avance de actores como China y Rusia.
España debe ser mucho más que un destino turístico, un donante de ayuda humanitaria o de aportación puntual de tropas en misiones de paz. Puede y debe liderar acciones para convertirse en el puente entre Washington, Bruselas y los países más importantes de América Latina. Construir, en definitiva, un nuevo eje de influencia.
Las superpotencias, como Estados Unidos y China, valoran la fuerza, y la influencia. Ignoran, en cambio, la irrelevancia. En el mundo de la pospandemia, España tiene una gran oportunidad de aumentar su peso específico. Líderes políticos, empresariales y organizacionales deben contribuir a este esfuerzo multiplicador.
Joaquín Mirkin es Senior advisor en Asuntos Públicos de TYC