Los periodistas en Afganistán siguen siendo objetivo de los talibán, pese a las promesas sobre derechos y libertades. Uno de los casos más graves sobre los que se tiene constancia ocurrió la semana pasada, cuando milicianos talibán registraron varias casas en busca de un periodista de la cadena Deutsche Welle (DW) que trabaja ahora en Alemania. Al no localizarlo, mataron a tiros a uno de sus familiares e hirieron a otro.
Ahora el turno es para las mujeres periodistas. Las nuevas autoridades talibán han prohibido que trabajen, tanto como locutoras como en cualquier otro puesto, en las radios de la provincia de Ghanzni, en el sureste de Afganistán. Además, han prohibido la música en estas emisoras.
La Federación Internacional de Periodistas (FIP) también tiene constancia de situaciones en las que las mujeres ya no pueden ejercer el periodismo. Jeremy Dear, subdirector de la FIP, ha citado un caso específico de una familia amenazada por los insurgentes. La única manera que tenían de librarse de la presión miliciana era que su hija, periodista, se casase con un comandante talibán de la zona.
Según publica Europa Press, los próximos días son muy importantes para el plan de evacuación. Cuando las tropas de Estados Unidos abandonen el aeropuerto se prevé que la vía aérea quede “cerrada para la mayoría”. Los medios y los informadores que se quedan intentan entender el alcance de los mensajes de propaganda lanzados por los talibán en los últimos días: “qué temas no se pueden cubrir, que imágenes se pueden publicar, si las mujeres pueden trabajar”.
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