Javier Ayuso, ex dircom del BBVA y de la Casa Real, se ha convertido en otro de los objetivos de Unidas Podemos en su cruzada contra los medios no afínes, que son prácticamente todos los que el partido de Pablo Iglesias considera que no le bailan el agua. El periodista osó rebatir las lecciones de periodismo de Iglesias en RAC-1, recordando que el exlíder morado nunca hizo periodismo, sino activismo mediático. Y ahí se armó la marimorena.
Faltó tiempo para que, desde las redes sociales, y con personajes como Pablo Echenique o Juan Carlos Monedero enfocando el linchamiento, le cayera la del pulpo a Ayuso. El principal argumento, fruto tal vez de la averiada ‘factoría Del Olmo’, fue su labor como director de Comunicación de la Casa Real bajo el mandato de Juan Carlos I.
La falta de pudor del entorno podemita llegó, incluso, hasta el punto de calificar a ‘La Tuerka’ como un ejemplo de periodismo. Peloteo, en el entorno podemita, tampoco ha faltado nunca…
Lo más curioso es que Ayuso fue el responsable de haber destapado el ‘modus operandi’ de uno de los personajes que más han hecho contra Podemos en su momento, el controvertido comisario Villarejo. Los reportajes de Ayuso en ‘El País’ perfilaron el negocio y los chanchullos de Villarejo y sirvieron para detonar su carrera tras treinta años en el filo de la navaja.
Pero también es llamativo que el partido morado haya cargado contra Ayuso con la acusación de estar en Babia con las historias del emérito. Porque ese es el mismo comportamiento que sigue la formación morada con su adorado Jaume Roures. ¿Alguien de Podemos se ha dado por enterado de la negociación con las autoridades estadounidenses para abonar una multa por los sobornos de Mediapro? ¿Ha habido alguna reacción a las protestas laborales en la empresa del ‘capo’ Roures y a las denuncias de un sindicato tan de extrema derecha como la CNT? ¿Se ha escuchado a algún podemita hablar de la que ha liado el sujeto que ampara las veleidades de Iglesias en la Liga francesa?
Ya saben la respuesta. Y también el por qué de ese silencio. Quien paga, manda.