El 14 de septiembre, se celebra el Día Mundial de la Dermatitis Atópica, enfermedad inflamatoria crónica y no contagiosa de la piel, una de las más frecuentes. Pueden existir recaídas y remisiones a lo largo del tiempo. El Día Mundial de la Dermatitis Atópica trata de concienciar a la población acerca del impacto afectivo, social y laboral de esta patología.
Según la doctora Lorena Bernal Rubio, jefe de Servicio de Alergología del Hospital La Luz de Madrid, la causa de esta enfermedad es multifactorial, jugando un papel muy importante en su desarrollo la predisposición genética o carga hereditaria. “Entre otros factores causales encontramos alteraciones en la barrera de la piel y un desequilibrio inmunológico, entre otros”, asegura.
Para esta especialista en Alergología e Inmunología Clínica, el estrés psicológico, las infecciones, alérgenos o irritantes pueden actuar como precipitantes de los brotes o recaídas.
Tal y como indica la doctora, la prevalencia de esta enfermedad en nuestro país se estima en torno a un 3,4 %. “Aproximadamente el 60% de estos casos corresponde a la población infantil, siendo la dermatosis más frecuente de la infancia”, asevera.
Las manifestaciones o síntomas característicos de la dermatitis atópica son la aparición de eccemas, vesículas, costras, enrojecimiento, aspereza, piel agrietada y picor. De acuerdo a la doctora Lorena Bernal, el tipo y la localización de las lesiones variará dependiendo de la edad del paciente ante el que nos encontremos. En los lactantes las lesiones aparecen principalmente en la cara, siendo mejillas, frente y mentón las áreas normalmente afectadas junto con el tórax y superficies extensoras. En niños mayores las lesiones aparecen frecuentemente en las flexuras antecubitales y poplíteas (detrás de las rodillas). Ya en la edad adulta la afectación labial y periocular junto con el cuello y dorso de manos serán los sitios más afectados.
“Estos síntomas, haciendo mayor hincapié en el picor, pueden tener un importante impacto negativo en la calidad de vida de los pacientes, afectando al descanso, provocando absentismo escolar o laboral y generando ansiedad e incluso depresión”, explica la experta.
La doctora Bernal Rubio reconoce que es fundamental realizar un diagnóstico temprano por parte de un médico especialista, el cual realizará una evaluación de las lesiones de la piel, así como otras posibles enfermedades coexistentes como pueden ser la rinitis o el asma alérgico, y así poder determinar el tratamiento adecuado adaptado a cada paciente.
La jefe de servicio de Alergología del Hospital La Luz recomienda mantener un cuidado diario de la piel siguiendo un conjunto de recomendaciones entre las que cabe destacar la hidratación diaria tantas veces como sea preciso. Convienen duchas cortas, con agua templada, evitando largos baños con agua muy caliente, así como evitar tejidos ásperos, siendo de elección la ropa de algodón y evitar detergentes en polvo.
“Es importante saber que estamos ante una enfermedad crónica y los tratamientos existentes hasta el momento actual no son curativos, sino que ayudan a prevenir y reducir los brotes, así como aliviar los síntomas”, subraya la doctora Bernal.
En opinión de la experta, algunos de los tratamientos empleados son los corticosteroides y los inhibidores de la calcineurina; “en los casos más severos se emplean tratamientos inmunosupresores o los tratamientos biológicos más recientemente incorporados al arsenal terapéutico”, concluye Bernal Rubio.
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