En el día Internacional de la sordera, se
busca sensibilizar y concienciar sobre las necesidades particulares de las personas con pérdida auditiva profunda y la importancia de impulsar la detección temprana de trastornos auditivos, específicamente de la hipoacusia infantil (pérdida auditiva en niños), originada por la alteración del oído externo, medio o interno. Se debe diagnosticar en los primeros meses de vida para adecuar el mejor tratamiento a cada paciente.
Se estima que para el año 2050, una de cada cuatro personas, presentará problemas auditivos, según datos de la organización Mundial de la Salud (OMS), presentados el pasado mes de marzo.
El informe recoge también que al menos 700 millones de los afectados necesitarán atención otológica y que cada vez más, adolescentes y jóvenes corren el riesgo de padecer pérdida de audición por el uso nocivo de aparatos de audio.
Implante coclear
En los casos de sordera profunda bilateral se recomienda el implante coclear (IC), tanto en niños como en adultos, o en aquellas personas que no puedan comunicarse con eficacia con la ayuda de audífonos. Según la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC) se trata de un dispositivo electrónico, que se acopla mediante una cirugía, cuya misión es transmitirle a la cóclea las señales eléctricas y desencadenar así una sensación sonora.
El responsable del Programa de Otología de la Unidad de Otorrinolaringología (ORL) del Hospital Ruber Internacional, doctor Julio Peñarrocha, explica que el implante coclear se compone de dos elementos, una parte interna, que es implantada quirúrgicamente y otra parte externa que incluye el procesador o unidad de control. “La parte interna, está compuesta por una serie de electrodos que se introducen en el caracol o cóclea (intracocleares) y un receptor/estimulador que incluye los elementos necesarios para acoplarse con la parte externa”, describe el doctor.
De acuerdo al especialista en otología, el implante coclear está indicado cuando se diagnostica la hipoacusia profunda/severa con el Programa de Detección Precoz de la Sordera Infantil, obligatorio en España. “Este diagnóstico hace que los niños hipoacúsicos puedan tener el correcto tratamiento para el desarrollo del lenguaje”.
La Comisión para la Detección Precoz de la Sordera Infantil (CODEPEH), afirma que cinco de cada mil nacidos presentan algún grado de hipoacusia. Uno de cada mil nacidos presenta una hipoacusia severa o profunda. Sólo la mitad de los niños con hipoacusia presentan factores de riesgo para hipoacusia. “Una vez que se ha diagnosticado la hipoacusia severa/profunda del niño se debe intentar implantar lo antes posible. El diagnóstico de la hipoacusia infantil es un proceso complejo y de duración variable. La colocación del implante coclear antes de los dos o tres años de vida tendrá muy buenos resultados debido a la plasticidad neuronal de los niños. A partir de esta edad, si no ha existido estímulo auditivo el rendimiento será menor. En los niños que han adquirido lenguaje o están en periodo de adquisición y por alguna enfermedad pierden la audición el implante coclear tiene una clara indicación”, asevera el doctor Julio Peñarrocha.
Para el implante coclear en edad adulta no existe límite de edad biológica. Sólo la edad física puede ser un impedimento. “De hecho, estudios muestran que el aislamiento auditivo está asociado a pérdida de funciones cognitivas. Por tanto, un adulto con hipoacusia progresiva que tenga un rendimiento con aparatos menor del 50% puede entrar en la indicación del implante coclear”, reconoce Peñarrocha.
Una vez colocado el implante coclear quirúrgicamente hay que realizar un intenso trabajo de rehabilitación auditiva. Tal y como aclara el experto, a pesar de ser una prótesis neural de increíbles resultados, no es capaz de reproducir las características originales de nuestro órgano auditivo, por lo que se necesita un periodo de aprendizaje a la nueva situación auditiva. En el Hospital Ruber Internacional este procedimiento se lleva a cabo con unos óptimos resultados en edad pediátrica y adulta.