La Confederación de la Pequeña y Mediana Empresa (CEPYME) ve con preocupación las líneas generales de los Presupuestos Generales del Estado aprobados por el Ejecutivo, a falta de conocer los detalles, al apostar por una mayor presión fiscal sin tratar de contener el nivel de gasto con medidas de mayor eficiencia en su gestión.
Para la Confederación, se trata de un proyecto de presupuestos que parten de un escenario económico de total recuperación que, “desgraciadamente nada tiene que ver con la realidad que sufren la mayoría de las pymes españolas, que están todavía luchando por salir adelante”.
CEPYME dice que los Presupuestos parten de un cuadro macroeconómico voluntarista. La previsión de crecimiento del 7% para el año 2022 resulta muy superior a los niveles más prudentes (del orden del 6%) barajados por el consenso de analistas.
Esto conllevaría, según la Confederación, a un inevitable error de partida de la situación cíclica de la economía española que imposibilita alcanzar el objetivo del 5% marcado para el déficit público, lo que puede perjudicar la credibilidad de un ya de por si muy limitado esfuerzo de consolidación presupuestaria.
El contraproducente caldo de cultivo
En su comunicado, CEPYME señala como un contraproducente caldo de cultivo para nuestra prima de riesgo a la fuerte deuda pública acumulada, la ausencia de reformas estructurales que propicien un aumento del producto potencial y el anuncio de equivocados proyectos como la ley de vivienda para poder aprobar estos presupuestos. Tales factores afectarían las condiciones de financiación de las empresas.
La intensa y prolongada recuperación económica planteada en los presupuestos no solo no se corresponde con la realidad prevista en ambos ejercicios, sino que implica que estos presupuestos descuiden el apoyo a muchas empresas, especialmente las pymes, que siguen con grandes dificultades, explica CEPYME.
“En síntesis, estos presupuestos conllevan una subida de presión fiscal presente pero, ante todo, la apuesta por un mayor gasto público implica un riesgo implícito de futuras subidas adicionales de impuestos. Así se señaló explícitamente cuando se constituyó el grupo de expertos de reforma fiscal. Si en un contexto de fuerte crecimiento nominal, no somos capaces de reducir nuestra deuda por debajo del 115% en el 2022, es muy difícil que las empresas tengan expectativas positivas acerca del nivel de sus cargas impositivas a futuro”, explica la Confederación. Y agrega: “Es difícil generar confianza en los agentes económicos, si se incorporan medidas cuantiosas de gasto estructural que imposibilitan la corrección del déficit de la deuda pública acumulada y no se lanza ninguna señal de eficiencia de gasto y de convergencia hacia los objetivos suspendidos temporalmente de estabilidad presupuestaria que marca la UE”.
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