La crisis del Gobierno del pasado verano permitió a Miguel Barroso, asesor áulico del jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, y principal directivo de Prisa -con permiso de Joseph Oughourlian-, colocar a diversos peones en el complejo de La Moncloa. Unos “títeres”, según se les conoce en el propio entorno monclovita, que en las últimas semanas han tenido sendos patinazos en materia de Comunicación.
En concreto, a los “Barroso’s boys’ se les achaca el haber muñido un veto a algunos de los principales medios de comunicación de España, en la convocatoria de un ‘briefing’ sobre la gestión de los fondos europeos. Un asunto extremadamente sensible para el Ejecutivo, ya que la oposición vigila muy de cerca el reparto de los mismos.
La maniobra, trazada por el secretario de Estado de Comunicación, Francesc Vallés -uno de los protegidos de Barroso-, resultó una chapuza: encabronó a los medios de comunicación y dio munición a la oposición, que incluso llegó a llevar el asunto a Bruselas.
Tierra quemada por parte de alguien como Vallés, del que incluso en el PSOE sospechan que, en última instancia, no fue el responsable de tomar dicha decisión.
Pero no ha sido el único patinazo. Mucho más reciente está lo que algunos denominan como la “Operación Gila”, que dejó helados a los expertos en comunicación política, y no precisamente para bien. Todavía hay quienes no dan crédito a que Moncloa difundiese una imagen de Sánchez, sentado a la mesa en mangas de camisa y sosteniendo el auricular de un teléfono de sobremesa, mientras se afirmaba que el presidente seguía la última hora de la crisis en la frontera de Ucrania y Rusia.
Para completar el bodegón del teléfono y la pantalla del ordenador de sobremesa enseñando parte del cableado, alguien decidió colocar en primo plano, y mirando hacia el objetivo, la cartera negra en la que podía leerse “Presidente del Gobierno”. Todo muy natural.
La reacción no se hizo esperar y las redes sociales echaron humo. Otro objetivo cumplido… pero al revés: Sánchez se convirtió en hazmerreír con un posado cutre y chapucero. Y todo sin que Vallés ni su jefe de gabinete, Óscar López -otro de la ganadería Barroso- dijeran ni mú. Se desconoce si el gran genio de la telegenia José Miguel Contreras, proveedor de TVE a través de La Coproductora y amigo de Barroso, tuvo participación en esa salsa.
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