En la Tierra a jueves, 25 abril, 2024

COVID-19 EN LA POBLACIÓN INFANTOJUVENIL

El Comité Científico de la Covid-19 aboga por vacunar a la población infantojuvenil

EL COMITÉ CIENTÍFICO DE LA COVID-19 REALIZA EN SU ÚLTIMO INFORME UNA PRECISA PANORÁMICA DE LA SITUACIÓN DE LOS MENORES Y ADOLESCENTES FRENTE A LA INFECCIÓN POR ESTE VIRUS

La incidencia de COVID en pediatría ha estado infraestimada durante los primeros meses de la pandemia. Ahora, en plena sexta ola de infección por SARS-CoV-2 y de su variante ómicron en España, este órgano considera que la situación de la COVID-19 en personas en edad pediátrica (menores de 18 años), es más preocupante.

En el mes de diciembre, en España, la incidencia en menores de 11 años alcanzó los 533 casos por 100.000 habitantes. La cifra más alta de todos los grupos de población y casi 4 veces superior a la de los mayores de 80 años. 

“Al principio de la pandemia pensamos que los niños no se contagiaban. No fuimos capaces de detectar entonces, que los niños son susceptibles al virus, si se infectan y transmiten de la misma manera que lo hacen los adultos. Actualmente conocemos que presentan cuadros clínicos menos graves, aunque empezamos a detectar casos de COVID persistente o prolongado también en edad pediátrica, que requieren de ingreso hospitalario y en UCI”, asegura la Dra. Teresa Hernández-Sampelayo, especialista en pediatría y miembro de este Comité.

Covid-19 en la población infantojuvenil

Cierto es, que los niños tienen cuadros clínicos menos graves y letales que los adultos, debido a una menor madurez de su sistema inmune y a una menor prevalencia de factores de riesgo asociados a una peor evolución, como la obesidad, diabetes o hipertensión entre otros. Sin embargo, existe un escenario, que según este Comité, habría que valorar. Se trata de los casos de cuadros post-COVID, que al igual que en adultos, se producen entre 2-6 meses después de la infección aguda. Los menores muestran fatiga, disnea, dolor torácico, dificultad de concentración y alteraciones del sueño.

“No conocemos aún su incidencia real, la carga de enfermedad que supone, ni las secuelas a largo plazo. En estos momentos, su manejo no está claramente protocolizado y el tratamiento es sintomático y el tiempo suele resolverlo. Pero recomendamos que se haga un seguimiento a través de médicos bien entrenados e integrados en equipos de carácter multidisciplinar e integral”, afirma y recomienda la Dra. Hernández.

Entre el cuadro post-COVID que puede presentar un niño menor de 18 años, se encuentra la aparición del síndrome inflamatorio multisistémico tras la infección por SARS-CoV-2. Se trata de un cuadro raro pero muy grave que frecuentemente requiere de cuidados intensivos. Los menos afectados en este caso, son los más pequeños (0 a 4 años), que presentan menor proporción de manifestaciones graves y menos admisiones en UCI. Los pacientes de 18 a 20 años tienen más probabilidades de tener neumonía, disnea, miocarditis y disfunción cardíaca.

La Dra. Hernandez explica que, “no sabemos exactamente porque ocurre, suele ser una respuesta especial al virus de determinados pacientes, y suele traducirse en fiebre alta, problemas digestivos, afectación cardíaca, dolor en pies y manos, cansancio y palidez”. Y continua advirtiendo que los padres deben estar atentos a estos síntomas.

Para evitar los casos más graves en esta franja de la población, es importante trabajar también en el tratamiento de esta enfermedad apoyándose en la investigación y realización de ensayos clínicos pediátricos que permitan conocer mejor la situación y ajustar los tratamientos.

Vacunación en lo más pequeños

Actualmente contamos en España con la presencia de tres vacunas autorizadas para el uso pediátrico. Y las nuevas vacunas frente a SARS-CoV-2, presentan compatibilidad con el resto de las vacunas aplicables a niños.

El riesgo relativamente bajo que plantea la COVID-19 aguda en los niños, acompañado de la pequeña pero existente incertidumbre sobre los daños relativos asociados a la vacunación y la enfermedad, hacen que el balance de riesgo y beneficio de la vacunación en la edad pediátrica sea más complejo.

El Comité Científico de la Covid aboga por vacunar a la población infantojuvenil, “es ético, legal, tiene justificación clínica y es adecuado el uso de vacunas para este grupo. En el caso de los adultos han demostrado que son favorables. La vacuna, es lo único que tenemos para evitar la enfermedad”, – se muestra tajante la Dra. Hernández.

Las ventajas directas son claras. La vacunación en niños puede ayudar a la prevención de muertes y enfermedades graves en esta franja de edad, así como reducir la propagación y el estrés que provoca a la población más joven. El cierre de escuelas y el distanciamiento en sus relaciones sociales no les permite llevar una vida normal. Como bien afirman los expertos, es importante que los niños puedan cuanto antes volver a recuperar su vida familiar, escolar, social y las vacunas ayudarán a esto.

Los niños no son inmunes a los efectos psicológicos de la pandemia y sus medidas restrictivas, El Comité, en su análisis, recalca la relevancia de las consecuencias psicológicas en este grupo de edad abogando a favor de las vacunas en la población infantojuvenil.

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