Cada día millones de personas encienden las luces de sus casas, conectan sus aparatos eléctricos y cargan sus teléfonos móviles. Miles de industrias y oficinas se ponen en marcha, circulan los trenes y los semáforos regulan el tráfico. Un milagro cotidiano que damos por hecho.
Sin embargo, miles de trabajadores de Iberdrola repartidos por todo el mundo saben que la electricidad no cae del cielo. Detrás de cada interruptor está el esfuerzo y el trabajo de personas que hacen que encender una bombilla parezca cosa de magia.
Iberdrola se ha convertido en la compañía eléctrica privada más grande de Europa y la primera empresa en capitalización bursátil en España; lleva energía a cerca de 100 millones de personas de decenas de países. Además, 600.000 accionistas confían sus inversiones en esta compañía.Por cada empleo fijo crea una cadena de valor añadido con diez puestos de trabajo indirectos. En total, 400.000 personas trabajan en el desarrollo de las actividades de Iberdrola en el mundo.
El modelo energético sostenible es referente internacional no solo por su rentabilidad, sino, también, por la lucha contra la crisis climática. Porque encender la luz a diario no es ni un misterio, ni magia: solo es posible con un gran trabajo de muchos trabajadores y fuertes inversiones tecnológicas.
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