La asesora estadounidense Bloomberg cifra en 500 000 millones de euros el valor del metaverso y se estima que para 2030 el volumen de negocio alcance los 2,5 billones de dólares y el empleo crezca en 24 millones de puestos de trabajo. Sobre este tema hablaron más de 50 expertos en la conversación global TEDxUNebrija 2022 celebrada en el Campus de Madrid-Princesa de la Universidad Nebrija.
“El concepto de metaverso parece que ha llegado en el momento adecuado. Está aún en fase de construcción y solo el tiempo dirá como va a evolucionar, pero parece evidente que es una fuente de esperanza y nuevas oportunidades”, explicó Raúl Boldu, Mixed Reality Skill Center manager en Acciona -director del Centro de Habilidades de Realidad Mixta en Acciona- durante su intervención titulada Alphas: el algoritmo inexpugnable.
Vivimos los inicios del metaverso, que “es como internet, pero en tres dimensiones; en lugar de visitar páginas web desde una pantalla plana, eres tú el que te sumerges mediante un avatar dentro de un universo digital alimentado por la realidad virtual”, explicó.
Según el experto de Acciona, son necesarios profesionales de todos los ámbitos que ayuden a construir el metaverso, desde ingenieros y programadores hasta abogados, psicólogos, arquitectos y artistas.
“La gran ventaja es que ya no será necesario vivir en grandes ciudades para tener oportunidades laborales. Todo lo que necesitas para ayudar a crear contenido para el metaverso es un ordenador y una conexión a internet”, precisó.
También opinó que “con una economía que no acaba de recuperarse y una alta inestabilidad laboral necesitamos encontrar alternativas que nos brinden nuevas oportunidades para mejorar nuestra situación económica, anímica y social” ¿Se están equivocando las grandes multinacionales al invertir tanto dinero en las tecnologías relacionadas con el metaverso? “Entiendo que no, pero tendremos que descubrirlo por nosotros mismos”, contestó.
Inversiones “enormes” de dinero
En la tercera sesión: Cultura y contexto digital, Boldu consideró que la irrupción del metaverso está cambiando la estrategia empresarial de grandes multinacionales como Facebook, Microsoft o Disney, “que están invirtiendo enormes cantidades de dinero con el objetivo de liderarlo”.
En este “nuevo paradigma” de relaciones sociales y económicas, “te pones las gafas, entras, eliges tu avatar y ya estás listo para adentrarte por donde quieras, pero no es solo un baile de disfraces, sino una combinación de tecnologías inmersivas: realidad virtual, aumentada y mixta, economía propia y una plataforma social donde podemos compartir momentos especiales con otras personas”.
En la misma sesión de conferencias, el artista y filósofo Fernando Castro puso en el debate la “manifestación de la idiotez contemporánea” traducida en subastas como la venta de un pixel gris por 1,4 millones de dólares u otras adquisiciones del denominado criptoarte.
De esa nueva versión de “vendedores de humo” giró su charla. “¿Esto es una burbuja, un timo o un fraude colectivo?, ¿en nuestra época qué significa ser disruptivo?”, se preguntó Castro. Una de las conclusiones a las que llegó fue que “en esta cultura transmedia, atrapados en los dispositivos, sentimos vértigo, estamos tristes por diseño, no obtenemos ninguna satisfacción. En esta época del capitalismo a la conquista del sueño, el meteorito somos nosotros”.
Cantar y bailar
La música fue el hilo conductor de los otros dos ponentes: el trombonista, compositor y arreglista Jorge Moreno y la bailarina y emprendedora Rebeca Jodar. Mientras el primero reivindicó las músicas de raíz y la tradición oral, la segunda alabó la danza tradicional africana.
“A través de las músicas tradicionales podemos tejer y reconstruir identidades colectivas y también encontrar ideas originales que seguir comunicando al mundo. En ellas podemos encontrar una voz propia con la que seguir comunicándonos hoy en día”, dijo Jorge Moreno.
Por su parte, Rebeca Jodar se refirió a la conexión entre la danza y la música como “una necesidad básica de los seres humanos”. A través de una demostración práctica de ritmo y bailes africanos mandinga, procedente de países como Guinea Conakry, Senegal, Mali, Burkina Faso y Costa de Marfil, aludió a los “tiempos ancestrales” y a “la fuerte carga cultural” de la diversidad del continente africano.
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