A través de esta iniciativa estatal , Cardioalianza se suma a la campaña de la Global Heart Hub, la alianza mundial de pacientes con problemas del corazón, cuyo lema en inglés es “heart to heart”. El objetivo principal y la finalidad de ambas campañas es aumentar el conocimiento acerca de la IC entre la población y dar así a conocer las repercusiones que ésta conlleva en el día a día de las personas que la padecen, a través de las historias personales de los propios pacientes.
Estos pacientes que por vía digital contarán su historia personal, compartirán testimonios sobre cómo les impactó el diagnóstico de la enfermedad en un primer momento, cómo les ha afectado en su calidad de vida y qué limitaciones les ha supuesto en su día a día, además de comentar los síntomas con los que la IC dio la cara y el apoyo que han recibido gracias a estar en contacto con una asociación de pacientes
¿En qué consiste la insuficiencia cardiaca?
Lo primero que hay que conocer es que la IC es un problema crónico y progresivo del corazón que le impide tener la capacidad necesaria para bombear la suficiente sangre que demanda el resto del cuerpo para su correcto funcionamiento. A pesar de que pueda parecer una patología poco común, en España, y según el estudio PRICE, se estima que la prevalencia de la IC se sitúa entre el 7 y 8% de la población, llegando a afectar hasta al 16% de la población en los casos de las personas mayores de 75 años.
En general, se trata de una patología que puede manifestarse a cualquier edad, aunque como los propios datos demuestran está más vinculada a la gente mayor. De hecho, tanto la incidencia como la prevalencia de la IC se duplican cada década a partir de los 45 años, y la edad en que se manifiesta el primer episodio ha aumentado unos 15 años en las cuatro últimas décadas, a lo que hay que sumarle que un 70% de los ingresos ocurren en pacientes mayores de 70 años.
Además, hay que tener en cuenta que la mayoría de los pacientes con IC tienen a menudo otras comorbilidades médicas (trastornos respiratorios, disfunción renal, diabetes, etc.) lo que hace que requieran una atención integral y multidisciplinar. Los expertos también reiteran que se trata de un síndrome que, además, puede cursar con episodios de descompensación o empeoramiento de los síntomas (retención de líquidos, mareos, pérdida del conocimiento, taquicardias, dificultad para respirar, etc.). Una situación que implican continuos reingresos hospitalarios y representan un grave empeoramiento de la calidad de vida del paciente.
Tanto es así que, hoy en día, la IC es la primera causa de hospitalización en pacientes mayores de 65 años, llegando a suponer el 3% de todos los ingresos hospitalarios y el 2% del gasto total en salud en España.
“No podemos olvidar que la IC es un problema crónico y que no tiene cura, cuyo pronóstico y calidad de vida dependen de un diagnóstico temprano, una atención multidisciplinar e integral y del propio autocuidado del paciente”, ha señalado Maite San Saturnino, presidenta de Cardioalianza. De esta manera, las entidades de pacientes, además de dar visibilidad a este problema de salud, reclaman a las autoridades sanitarias una mejora en la atención de las personas que conviven con IC, priorizando una atención integral que dé respuesta a las necesidades reales de los pacientes.
La rehabilitación cardiaca puede evitar hasta un 35% de fallecimientos
Otra solución que disminuiría la mortalidad que supone esta patología es la rehabilitación cardiaca. Pero, como ha afirmado a La Razón el doctor Rafael Fernández de Soria Pantoja, director del Centro Cardiológico que lleva su nombre y que está adscrito al Hospital Quirónsalud Clideba de Badajoz, «solamente se trata en este sentido al 10-15% de los pacientes que han sufrido un evento cardiovascular».
El objetivo fundamental de los programas de rehabilitación cardíaca, realizados en unidades multidisciplinares, es que los pacientes recuperen el máximo de sus posibilidades físicas y mentales, para que así puedan integrar a una vida normal desde el punto de vista social, familiar y profesional. Al mismo tiempo que se disminuye la mortalidad de origen cardíaco.
Y los resultados hablan por sí solos. Además de reducir la mortalidad cardíaca en un 35%, estos programas de rehabilitación según ha confirmado el doctor «disminuyen en un 46% la probabilidad de sufrir eventos cardíacos no fatales; retraen la mortalidad global hasta en un 20%; mejoran la capacidad de ejercicio del individuo, y tienen un efecto estabilizador frente a la hipertensión arterial y la hipercolesterolemia».
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