¿Cómo conseguir que una subida en votos acabe presentada como una derrota? ¿Cuál es el secreto para lograr que hasta la fracasada Teresa Rodríguez se haya colgado un mérito de frenar a una “ultraderecha” que ha subido en las urnas? Las respuestas a esas preguntas, que también se están planteando en Vox, señalan tres responsables inmediatos: el jefe de campaña, Jacobo Robatto; el director de Comunicación de la misma, Álvaro Zancajo; y los ‘cerebros’ del partido agrupados en torno a la consultora Tizona Comunicación, dirigida por Kiko Méndez-Monasterio y Gabriel Ariza.
A pesar de que Vox maneja una ‘omertá’ interna digna de la Intereconomía de Julio Ariza, hay cuestiones que resultan difíciles de obviar. Por un lado, la designación de Macarena Olona como candidata, sólo apta para los más ‘cafeteros’ de Vox. En esa elección, aseguran, hay mucho que achacar a Tizona y su entorno, ya que en el partido de Abascal había quienes abogaban por un modelo al estilo de Castilla y León, con un candidato local (incluso se señaló al sevillano Javier Cortés) apoyado por el líder.
NI OLONA ES AYUSO NI LOS DE TIZONA SON MAR
Sin embargo, se decidió lo contrario. “Buscaban fabricar una Ayuso a lo andaluz´”, aseguran ciertas fuentes cercanas a la formación de Abascal. El problema es que ni Olona es Ayuso ni los Tizona son MAR y ahora se han encontrado con Olona, jarrón chino medio roto por obra y gracia de algunos de sus conmilitones.
UNA CAMPAÑA PREPOTENTE
Sobre todo, lo que más se achaca es la “prepotencia” demostrada durante toda la campaña. Los ideólogos de Vox, agrupados en Tizona, decidieron hacer que la candidata jugase la baza de la victoria. Lo peor, según parece, es que habrían difundido expectativas en torno a veintitantos diputados, cuando habrían sabido que no se llegaría a ese nivel ni de lejos.
Por otra parte, el discurso de Olona, presentada ya como presidente en un paseo electoral, se solapó con la labor de Robatto y Zancajo, que diseñaron una campaña ‘carca’, de señorito, y con decisiones tan extravagantes como traer a su ‘partner’ italiana, Giorgia Meloni, a un mítin electoral autonómico. A nadie se le escapa que decisiones de ese calado tenían que contar, como mínimo, con el visto bueno de Madrid y, por tanto, de los Tizona.
Las críticas son duras: propuestas escasas y formuladas en clave nacional más que andaluza, ‘sobradismo’, sobreactuación de Olona, y mil etcéteras más. Tal vez por eso se entiende el rostro de funeral de Méndez-Monasterio en las imágenes de la noche electoral retransmitidas por televisión. Pero ya era demasiado tarde.
BENDODO LES GANÓ LA PARTIDA…
Algo, al parecer, sucedió con Zancajo, que hizo de la campaña un ajuste de cuentas con el Gobierno de Moreno Bonilla y, particularmente, con su ‘eminencia gris’, Elías Bendodo. Éste, que ha demostrado cómo conducir una campaña, se limitó a anotar y a mover sus piezas mientras Zancajo llevaba a cabo una política de comunicación errática y fallida.
Uno de los errores de manual fue enfangarse en la cuestión del cierre de Canal Sur, donde la candidatura de Vox dijo una cosa y la contraria, empañó su imagen y puso en alerta a la plantilla de la autonómica a la hora de depositar el voto en la urna.
Por cierto, todos los que decían ser periodistas de Vox, asesores de Vox y apoyos necesarios con sus medios cortoplacistas… Si ya se sabe y sabemos lo que es Vox… ¡Paletos!
Seguiremos Informando…