La insuficiencia cardiaca es la tercera causa de muerte en España, además del principal motivo de hospitalización en mayores de 65 años y una de las patologías crónicas más prevalentes en todo el territorio nacional, con una incidencia de entre el 5 y el 16 por ciento en mayores de 75 años. Con el objetivo de mejorar la atención que reciben los pacientes que la sufren, y en el marco de la coordinación sociosanitaria con las residencias y centros que brindan atención a personas mayores en su área de referencia, el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz organizó recientemente la “I Jornada de insuficiencia cardiaca en el paciente institucionalizado: Manejo y cuidados”, un ciclo de talleres destinados a la formación integral del personal destinado en dichos centros a través de grupos de trabajo.
La jornada estuvo dirigida “a todo el personal sanitario de residencias, pues para una buena atención es necesario una implicación de todo el equipo”, resalta la Dra. Ana Isabel Hormigo Sánchez, geriatra de la Fundación Jiménez Díaz y encargada de introducir las ponencias.
La insuficiencia cardiaca “afecta profundamente a la vida personal de los pacientes, que presentan importantes dificultades en sus actividades cotidianas debido al empeoramiento de los síntomas que abarcan la fatiga, la dificultad para respirar y la pérdida de apetito, entre otros”, explica por su parte María González Piña, enfermera de la Unidad de Insuficiencia Cardíaca del hospital madrileño. Según afirma, las personas que padecen esta dolencia muestran puntuaciones inferiores en todas las escalas que miden función física, vitalidad, función social y rol emocional con respecto a la población general, aunque sus síntomas a menudo se confunden con signos normales de envejecimiento, por lo que “es importante recordar que los síntomas, por sí solos, son insuficientes para establecer el diagnóstico”.
Dieta mediterránea y actividad física
A pesar de las secuelas, una persona que ha sufrido un accidente cardiovascular en el pasado puede llevar una vida normal y saludable, asevera el Dr. Alberto Albiñana, médico internista de la Unidad de Insuficiencia Cardiaca de la Fundación Jiménez Díaz y responsable del taller sobre casos clínicos de la jornada. “Es más: recomendamos mantener una vida activa, siguiendo una dieta mediterránea y realizando una actividad física de moderada intensidad de forma rutinaria, especialmente en pacientes de edad avanzada”, añade.
En este mismo sentido se manifiesta la Dra. Diana Karina Villacres Estrada, también geriatra del hospital, que rechaza el ‘mito’ extendido de que las personas mayores no pueden hacer ejercicio físico, asegurando que “se recomienda para todos los pacientes que puedan realizarlo a efectos de mejorar la calidad de vida”.
Factores de riesgo
Según la Dra. Villacres, el sedentarismo, el tabaquismo, la obesidad, el consumo excesivo de alcohol y virus como la influenza, además de algunos fármacos o enfermedades como la hipertensión arterial, la diabetes y la enfermedad coronaria, se consideran factores de riesgo para desarrollar insuficiencia cardiaca: “Es indispensable prevenir la desnutrición, mantener una dieta y un peso saludables y evitar la ingesta excesiva de sal”, recuerda.
Por su parte, el Dr. Albiñana incide en que realizar “un seguimiento estrecho junto con un manejo específico en consultas por parte de una unidad especializada en insuficiencia cardiaca ha mostrado disminuir las hospitalizaciones y mortalidad” asociadas a la patología.
Atención presencial y telemática
En la sesión, la Dra. Marta García Salmones Fragoso, geriatra de la Fundación Jiménez Díaz, explicó los distintos recursos asistenciales con los que cuenta el centro para atender a los pacientes en las distintas fases de su enfermedad, y que incluyen tanto servicios presenciales, como la atención en Urgencias y el ingreso hospitalario, como no presenciales, para “favorecer la continuidad asistencial y la comunicación con los médicos de las residencias”.
Por su parte, la Dra. Victoria Galindo, médico del Equipo de Soporte Hospitalario del hospital madrileño, defiende que los cuidados paliativos en pacientes que sufren insuficiencia cardiaca deben ser integrales, incluyendo las necesidades psicosociales del paciente y sus familiares, con un “proceso de información” adecuado y atención psicológica, ya que, aunque muchos pacientes “asumen y aceptan la llegada de la fase de final de vida de forma natural”, otros muestran mayor dificultad para afrontarlo.
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