Cómo nos alimentamos puede repercutir en nosotros haciéndonos balancearnos entre la salud y la enfermedad. Y es que, gracias a diversos estudios, cada vez está más claro, que la dieta juega un papel crucial en el desarrollo de enfermedades crónicas, como pueden ser la obesidad o la diabetes. Así, la comunidad científica encuentra cada vez más vínculos entre la ingesta de alimentos poco saludables y su repercusión en la salud.
En el caso de los conocidos como alimentos ultraprocesados estos suelen tener menor calidad nutricional que los no procesados, es decir: más sal, más azúcar, más grasas, menos fibra y menos vitaminas y minerales. Para que se entienda mejor, eegún el sistema nutricional NOVA, una escala de clasificación de alimentos según su nivel de procesamiento, se trata de “formulaciones industriales” que incluyen sustancias alimenticias como edulcorantes, colorantes o aditivos, entre otros, para darle un determinado aspecto o sabor o que sean duraderos, accesibles o estar listos para comer.
Ahora bien, para definir la relación causa/efecto del consumo de estos productos con el empeoramiento de nuestra salud, un estudio italiano realizado por el Departamento de Epidemiología y Prevención del I.R.C.C.S. Neuromed de Pozzilli en colaboración con la Universidad de Insubria de Varese y Como, la Universidad de Catania y el Cardiocentro Mediterráneo de Nápoles, investigó qué aspecto de la nutrición define mejor el riesgo de mortalidad.
Ultraprocesados y su relación con la mortalidad
En concreto, los investigadores siguieron durante 12 años a más de 22 mil personas participantes en el Estudio Moli-sani, controlando su estado de salud y asociándolo a los hábitos alimentarios, teniendo en cuenta tanto la composición nutricional de la dieta como el grado de elaboración de los alimentos.
Y, una vez obtenidos los resultados, se pudo confirmar que, “el consumo tanto de alimentos pobres en nutrientes como de alimentos ultraprocesados aumenta de forma independiente el riesgo de mortalidad, en particular por enfermedades cardiovasculares” afirmó Marialaura Bonaccio, epidemióloga del Departamento de Epidemiología y Prevención del IRCCS Neuromed de Pozzilli y primera autora del estudio.
Sin embargo, añadió que, “cuando se tuvo en cuenta de forma conjunta tanto la composición nutricional global de la dieta como su grado de procesamiento, resultó que este último aspecto era primordial para definir el riesgo de mortalidad”. De hecho, prosigue la experta, “más del 80% de los alimentos clasificados como poco saludables por la Nutri-Score son también ultraprocesados. Esto sugiere que el mayor riesgo de mortalidad no se debe directamente (o exclusivamente) a la mala calidad nutricional de algunos productos, sino al hecho de que estos alimentos son en su mayoría ultraprocesados”.
“Se calcula que una de cada cinco muertes en el mundo se debe a dietas poco saludables, lo que supone un total de 11 millones de muertes al año –recuerda Augusto Di Castelnuovo, investigador del Cardiocentro Mediterráneo de Nápoles–. Por eso, mejorar los hábitos alimentarios es una de las prioridades de los organismos de salud pública y de los gobiernos de todo el mundo”.
Propuestas para mejorar los hábitos de consumo
Pero bien, ¿cómo podemos evitar el consumo de este tipo de alimentos? Pues según proponen los expertos una solución sería utilizar un sistema de etiquetado en la parte delantera del envase de los productos comerciales. Las etiquetas en la parte delantera del envase, que ya se utilizan de forma voluntaria en algunos países europeos, como Francia y España, están siendo examinadas por la Comisión Europea con el fin de adoptar un sistema de etiquetado nutricional armonizado y obligatorio en todos los Estados miembros. Actualmente son dos los sistemas de etiquetado mejor valorados.
El sistema Nutri-Score, desarrollado en Francia, es uno de los favoritos. Este sistema muestra la calidad nutricional de un alimento (sobre la base, por ejemplo, del contenido de grasa, sal, fibra, etc.) mediante una escala de cinco colores (del verde oscuro al naranja oscuro) asociada a letras, de la A a la E.
Sin embargo, la composición nutricional no es el único factor a tener en cuenta. Por ello, la clasificación NOVA, en particular, en lugar de evaluar un alimento en función de sus características nutricionales, se fija más bien en el grado de transformación de ese producto, sobre todo a nivel industrial.
“El objetivo de ayudar a la gente a elegir alimentos más sanos es sin duda una prioridad —comenta Licia Iacoviello, Directora del Departamento y Profesora de Higiene de la Universidad de Insubria en Varese y Como–. Sin embargo, el Nutri-Score, así como otros sistemas de etiquetado, desarrollados en Italia y en otros países, sólo transmiten parcialmente el mensaje destinado a mejorar la elección de alimentos”.
Y es que, como bien explica Giuseppe Grosso, profesor asociado de la Universidad de Catania, “para una estrategia de prevención realmente eficaz, debemos centrarnos en aquellos alimentos que la Nutri-Score clasifica como saludables desde el punto de vista nutricional pero que también están altamente procesados”.
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