Según las últimas estadísticas publicadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, el suicidio es la primera causa de muerte entre adolescentes
por delante del cáncer y los accidentes de tráfico, a lo que hay que añadir las ideas e intentos de suicidio que aumentan cada vez más entre los grupos de población más jóvenes a medida que los niños y niñas alcanzan la adolescencia.
Un hecho demostrado por el último informe sobre salud mental en la infancia y la adolescencia llevado a cabo por Save The Children, donde se puede ver como el porcentaje de niños y niñas entre 4 y 8 años con este tipo de pensamientos es de un 2 %, fracción que se triplica en la adolescencia, alcanzando un 6 % en el grupo de entre 13 y 16 años.
Así, ante esta situación, la Fundación Cofares ha celebrado hoy el encuentro “Suicidio en adolescentes y Redes Sociales”, con el objetivo de visibilizar la importancia de la salud mental en los jóvenes y el riesgo emergente que presentan las nuevas tecnologías y, especialmente, las redes sociales, las cuales pueden ayudar a aumentar la prevalencia de trastornos mentales, así como las tendencias suicidas en los más jóvenes.
Durante el debate, que ha tenido lugar este miércoles y que ha sido presentado por la directora de la Fundación Cofares, Sofía Azcona, han participado la doctora María José Penzol, especialista en Psiquiatría de Infancia y Adolescencia en el hospital Gregorio Marañón; el psicólogo sanitario y psicoterapeuta Luis Fernando López Martínez; y la profesora de Cibercomunicación y nuevos medios de la Universidad Camilo José Cela, Laura Cuesta.
Todos ellos expertos que han recordado el aumento de consultas en salud mental de los últimos años en jóvenes. Concretamente, las conductas suicidas se han multiplicado por 18, según un informe de la Fundación ANAR realizado entre 2009-2021, y las consultas por autolesiones se han multiplicado casi por 50 en ese mismo periodo de tiempo.
El aislamiento durante la pandemia y el consumo de los dispositivos electrónicos: factores más determinante
“Hay un aumento exponencial de los trastornos mentales relacionados con cuadros depresivos y ansiedad con mucha desesperanza” ha advertido María José Penzol, quien a su vez ha afirmado que en su centro hospitalario han tenido que triplicar los recursos de hospitalización por estos casos. “Los recursos de hospitalización breve de la Comunidad de Madrid eran de dos unidades para pacientes adolescentes. Actualmente, sin embargo, son cinco, además de una unidad extra a la que tenemos que recurrir asiduamente”, ha añadido.
Además, entre los factores de tal problema, la doctora ha destacado: “el aislamiento por el covid en una edad en la que el contacto social es importantísimo” relacionando este hecho con su preocupación por el tiempo que los jóvenes pasan delante de una pantalla y que es de una media de seis horas diarias. “Hay un uso excesivo y exagerado de las pantallas; son dispositivos tremendamente adictivos”, ha dicho,
El suicidio: una conducta debida al dolor, la desesperanza y la desconexión
Una línea, en la que Luis Fernando López Martínez ha manifestado la necesidad de reconocer la influencia de las redes sociales para poder modular estrategias preventivas y adaptativas que ayuden a reducir consecuencias tales como el suicidio: “El suicidio no es un trastorno mental, es una conducta debida al dolor, la desesperanza y la desconexión que, a través de determinadas herramientas, podemos disminuir y aprender a afrontar”.
Además, ha recordado la importancia de que frente a la influencia de las redes sociales en las conductas suicidas educadores, sanitarios, trabajadores sociales y los padres actúen unidos. Y es que, como bien ha calificado, el suicidio es uno de los “mayores retos y desafíos en salud pública” y ha pedido un plan nacional y una estrategia global, social, educativa y legislativa frente al problema.
“Los menores encuentran en las redes sociales un espacio donde poder comunicar su sufrimiento; y a un “otro” digital que los valida y acompaña a disminuirlo, lo que potencia la parte más insalubre de la comunicación interpersonal y potencia la idea suicida, incluso aportando recursos para que la autolesión sea el medio idóneo para acabar con una situación que, en la mayoría de casos, es temporal”, ha declarado.
Por su parte, la profesora Laura Cuesta, que por problemas leves de salud, ha intervenido con un mensaje telemático, ha señalado que la solución no pasa por condicionar o limitar a los jóvenes el uso de las redes sociales, pero sí por la educación digital que se debe dar a los menores de manera transversal para que identifiquen los posibles riesgos de las redes
En este sentido, ha destacado al igual que López Martinez, el papel de la educación, tanto por parte de los padres como de los centros escolares. “La tecnología no solo tiene aspectos negativos, también positivos como se vio en la pandemia, pero hay que saber utilizar estas herramientas de manera sana y saludable y desde la prevención de riesgo”, ha valorado.
Un debate en el que todos los participantes han estado de acuerdo en la necesidad de dar formación para los padres, de forma que conozcan las redes sociales que hay y puedan gestionarlas con sus hijos, desde el conocimiento y la negociación cuando, por ejemplo, se les da su primer teléfono móvil.
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