En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

Topónimos, exónimos y endónimos: cómo traducir los nombres de las ciudades

Con motivo del Día de las Ciudades, los profesores de Berlitz repasan las normas para traducir los nombres de las ciudades, desde las más famosas hasta las más remotas

El próximo lunes 31 de octubre tendrá lugar el Día Mundial de las Ciudades, una fecha marcada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para reflexionar sobre el urbanismo y la sostenibilidad en las ciudades. Esta fecha también pretende fomentar la cooperación entre países, que casi siempre conlleva el reto comunicativo de hablar en otro idioma. Pero, ¿cómo hay que hacer referencia a los nombres de las ciudades que provienen de otros idiomas?

Los profesores de la escuela de idiomas Berlitz, fundada en 1878 y con presencia en más de 70 países, recuerdan con motivo de esta fecha las principales normas para traducir, o no traducir, los nombres de las ciudades.

Una norma general solo para los exónimos

Los expertos clasifican los nombres de las ciudades en exónimos y endónimos. Según la Fundéu, la fundación de la Agencia EFE y la Real Academia Española (RAE) para el buen uso del español en los medios de comunicación, los exónimos son los nombres de los topónimos en una lengua diferente a la suya, mientras que un endónimo es el nombre de un topónimo en la lengua del país al que pertenece. Es decir, ‘Nueva York’ es en español el exónimo de ‘New York’ que, a su vez, es el endónimo en inglés. 

La traducción, o no, de los topónimos genera mucho debate entre la población. Sin embargo, según los profesores de Berlitz, la única norma a la hora de traducir es que, si existe un exónimo, debe utilizarse. “Por lo general, los nombres de las ciudades no deberían traducirse, pero es cierto que existen casos en los que hay una traducción oficial para ciudades importantes o históricas. En estos casos, sí que debemos usar el exónimo. Por eso en castellano solemos decir ‘Nueva York’ en vez de ‘New York’ y ‘Londres’ en vez de ‘London’”, comentan los profesores de Berlitz.

¿Y cuando no hay exónimo?

Por el contrario, si no existe una traducción oficial, no hay lugar a dudas. “Cuando estemos hablando, en los casos en los que no exista un exónimo, solo se podrá utilizar la palabra en el idioma original. Cuando se está escribiendo, la recomendación también es emplear la denominación original, pero utilizando las cursivas añadiendo una aclaración entre corchetes o como nota al pie de página siempre que se pueda”.

¿Y si los idiomas no comparten el mismo alfabeto?

El reto comunicativo se intensifica cuando dos personas no comparten el mismo alfabeto. En estos casos, la traducción del topónimo suele ser una representación fonética de la denominación usada en el alfabeto original. No obstante, algunos nombres han generado confusión en los últimos años. Es el caso de la capital de China, conocida como Beijing o Pekín. Aunque ambas expresiones son correctas, la RAE recomienda usar Pekín. “Beijing empezó a usarse a raíz de los Juegos Olímpicos, pues las autoridades usaron esa denominación y pasó a utilizarse de manera común. Con el tiempo, hemos vuelto a la fonología tradicional y se ha recuperado el nombre de Pekín”, comentan los profesores de Berlitz.

Un reto que se extiende entre lenguas cooficiales: ¿Lleida o Lérida?

España es un país con una gran riqueza cultural gracias a su diversidad lingüística. Entre la población coexisten seis lenguas oficiales (castellano, catalán, valenciano, gallego, euskera y aranés) entre las cuales traducir o no los topónimos también es un reto y a menudo un punto de cierto desacuerdo social. De nuevo, según Fundéu, se recomienda utilizar la palabra traducida al castellano, como ‘Lérida’ o ‘Gerona’. En cambio, en los documentos oficiales de ámbito estatal, como cartas a la Administración, el organismo recomienda escribir en la lengua que corresponda, en este caso en catalán, es decir, ‘Lleida’ o ‘Girona’.

La influencia del contexto sociopolítico en la Guerra de Ucrania

En los últimos meses, se ha reabierto de nuevo el debate sobre seguir o no las normas lingüísticas al pie de la letra cuando cambia el contexto político. Tras el inicio de la invasión rusa sobre Ucrania, la Asociación de Hispanistas de Ucrania puso sobre la mesa su preocupación en torno a cómo se estaban traduciendo los topónimos ucranianos a otros idiomas. En muchos idiomas, la transliteración de los nombres de las ciudades de Ucrania se ha hecho históricamente desde el ruso, ya que es una lengua comúnmente empleada en los países que formaron parte de la Unión Soviética.

Por este motivo, al estallar la guerra en febrero, periodistas de medios españoles sustituyeron el término ‘Kiev’ por ‘Kyiv’, ya que ‘Kyiv’ es como realmente suena el nombre de la ciudad en ucraniano. “Nos encontramos con una cuestión con una connotación política”, explican los profesores de Berlitz, “en la que, por razones obvias, muchos medios optaron por modificar este exónimo por solidaridad y cercanía al pueblo ucraniano”.  De todos modos, la RAE sigue recomendando el uso de la palabra ‘Kiev’, ya que ‘Kyiv’ incluye una ‘y’ con valor vocálico en el interior de la palabra, lo cual es un rasgo ajeno a la lengua española. 

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