Alrededor de 200 países y 120 líderes internacionales se reúnen hoy –y hasta el 18 de noviembre- en la ciudad egipcia de Sharm el Sheij para intentar alcanzar acuerdos que frenen los graves impactos del cambio climático. Pero los titulares sobre el encuentro, de grandes magnitudes tanto por el tema como por la cantidad de participantes (más de 40.000 se han inscrito en las conferencias), están siendo opacados por una acción de protesta sin precedentes: actos vandálicos contra obras de arte en museos europeos. ¿Por qué?
En España, el pasado 5 de noviembre, dos activistas de la organización Futuro Vegetal fueron detenidos por la Policía acusados de vandalismo tras pegarse a los marcos de los cuadros “La maja vestida” y “La maja desnuda” del pintor español Francisco de Goya, en el Museo del Prado de Madrid. En minutos, la noticia había acaparado todos los titulares, muchos sobre la acción vandálica, pocos sobre la COP27.
Más que adeptos, la acción lo que ha logrado son detractores. La sociedad no entiende por qué lo hacen. Así las cosas, cabe preguntarse: ¿Están logrando los activistas colocar su mensaje?
Para responder esta y otras preguntas, desde PRNoticias.com hemos entrevistado a un experto en comunicación y sostenibilidad: Manuel Sevillano, director global de Reputación, Sostenibilidad y RSE de ATREVIA. Aquí sus apreciaciones.
– La COP27 acaba de empezar y los titulares hablan más del “vandalismo en museos” que del “cambio climático”. ¿Por qué?
-En todas las COP, y esta no es una excepción, se activan movimientos para visibilizar la necesidad de combatir el cambio climático, pero esta vez ese activismo ha dado una vuelta de tuerca más y está agrediendo cuadros para llamar la atención. Nos podrá parecer lo que nos parezca, pero lo que intentan es marcar la agenda informativa. Otra cosa es que consigan que se hable del cambio climático.
– ¿Considera que pegándose a un cuadro de Goya o de Johannes Vermeer es una buena forma de conseguirlo?
-En esto de las COP siempre hay una cosa que es el ruido. Los activistas saben que todo el mundo pone los ojos en torno a sus acciones, pero por otra parte están los compromisos estructurales que salen de estas Cumbres, esos muchas veces no acaparan titulares de rabiosa actualidad. Hablamos de dos niveles de comunicación muy distintos, uno está ligado a campañas de impacto, y el otro a los compromisos que asumen los países para frenar el calentamiento global. En esta oportunidad, los que buscan los titulares agrediendo obras de arte, creo que el impacto se les ha ido de las manos, porque están consiguiendo más detractores que seguidores.
– La gente no entiende por qué lo hacen. ¿Qué está fallando en el mensaje de los activistas?
-Lo que pasa es que en la era de la sobreinformación hay tanto ruido que cada vez es más difícil que calen los mensajes. Ellos pretenden vincular el suyo a la COP27 pero no lo están consiguiendo. Cuando haces un escándalo corres el riesgo de que ese escándalo supere la notoriedad del mensaje.
– Protestar por el cambio climático es lícito y agredir obras de arte es ilícito. ¿Dónde convergen estas dos acciones?
-La ligazón no es fácil y, además, este es un movimiento sin jerarquía, desestructurado, cuya cara visible está oculta, no sabemos quién está detrás. Podría ser un movimiento para expresar el rechazo, pero de una forma más o menos razonable, sin llegar a la ilegalidad. Es verdad que llamar la atención es cada vez más complicado, la primera vez lo logras, la segunda es más difícil. Pero la idea se les puede ir de las manos. En estos casos, sabemos cómo empieza pero no cómo termina.
– ¿Cree que esta protesta podría influir en alguna de las decisiones que tomarán los líderes que participan en la COP27?
-En comunicación hay que distinguir lo coyuntural de lo estructural. Esta acción está muy vinculada a llamar la atención y esas cosas tienen corto recorrido. Al principio son muy espectaculares, pero poco a poco se deja de hablar de ellas. Además, son peligrosas porque tienen que ir aumentando su intensidad para llamar más la atención. No encuentro el sentido de llamar la atención cargándose lo que hay. Tengo la esperanza de que la COP27 aumente el nivel de compromisos de los países con el cambio climático y que seamos capaces de apostar por la sostenibilidad, sin acciones con artificios sino con cambios en la manera de producir y de consumir.
Seguiremos comunicando…