Según han demostrado numerosos trabajos científicos a lo largo de los años, el buen humor y la risa tienen beneficios para la salud. Todos ellos coinciden en que para afrontar las diferentes circunstancias que la vida nos pone por delante, una actitud positiva y un tanto risueña ayuda a potenciar el bienestar, disminuir el riesgo de problemas físicos o mentales y hacer que estos puedan afrontarse mejor o solucionarse con mayor rapidez.
Y es que, aunque inicialmente la risa nos provoca un aumento de la frecuencia cardiaca y la presión arterial, sus efectos a largo plazo resultan en una reducción significativa de estas. ¿A qué recuerdan estos efectos? Efectivamente, a los derivados de la actividad física, otra de las mejores pastillas que los médicos pueden recetar, y cuyos efectos positivos cardiovasculares podrían ser similares a los que provoca la risa.
Por ejemplo, con una carcajada producida por una broma, se moviliza el principal músculo inspiratorio, permitiendo aumentar la capacidad pulmonar y mejorar la respiración. Es decir, Con una carcajada podemos llegar a contraer cientos de músculos, incluyendo los faciales, del tórax, del abdomen… Pero bien, si todavía hay algún lector que no se encuentra totalmente convencido, hay otro dato relevante: la risa provoca un aumento del 10-20% del gasto energético por encima de los valores de reposo, lo que significa que 10-15 minutos de risa al día podrían hacernos perder unas 10 kcal.
Ahora bien, si dejamos de lado el gesto de la risa, la expresión buen humor en general se refiere a un estado de ánimo. Es decir, no se trata de una emoción particular, que en general necesita de algún estímulo externo concreto y resulta más bien pasajera. El buen humor es una situación menos intensa y específica, pero que permanece durante un tiempo más prolongado. Y es el estado que se manifiesta a través de señales o emociones como suelen la sonrisa y risas, alegría, tranquilidad, generosidad y, en general, una sensación de bienestar.
Terapia frente al estrés y la depresión
Sin embargo, con los años y sobre todo tras la pandemia, la ansiedad y el estrés se han apoderado de la vida de la mayoría de las personas y cada vez se hace más difícil sonreír. Mientras que los niños se ríen de media entre 300 y 400 veces al día, un adulto tan solo lo hace de 10 a 15 veces al día. Por ello celebrar días como los Santos Inocentes, en el que está permitido gastar bromas y emplear el humor como principal medio de comunicación, es una oportunidad que no se debe dejar pasar. “El sentido del humor y la risa se postulan como factores promotores de la resiliencia y como factores de protección”, señala un trabajo de investigadoras argentinas publicado en 2019.
Además, el texto apunta que “la gente podría aumentar el control sobre su propia salud física mediante el cultivo de experiencias de emociones positivas, gestando así una mejor calidad de vida”. Y agrega que, entre otras cosas, a través del humor se puede “descargar la ansiedad, el miedo y la angustia, como así también facilitar la expresión de hostilidad, ira o agresividad de una manera socialmente aceptada”. Asimismo, “permite apreciar el lado positivo de una situación, permitiendo señalar incongruencias o contradicciones”
No se puede olvidar que la risa disminuye los niveles séricos de cortisol (la principal hormona del estrés), de la adrenalina y del ácido 3,4-dihidrofenilacético (un importante catabolito de la llamada hormona del bienestar, la dopamina). Es más, en la depresión estos neurotransmisores están disminuidos, por lo que la risoterapia podría emplearse como un tratamiento eficaz. Incluso ante enfermedades físicas, el humor podría ser un buen remedio para combatir el dolor. Riendo también se liberan endorfinas y serotonina, dos hormonas que tienen un cierto componente analgésico que permite mitigar el dolor. De hecho, un reciente análisis concluía que la terapia con payasos en niños parece ser efectiva para reducir el dolor asociado a procedimientos diagnósticos o terapéuticos.
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