La soledad no deseada es un problema que no hace ruido ni llama la atención, pero que al fin y al cabo, es igual que otras enfermedades: un factor de riesgo de mortalidad. En concreto, la comunidad científica ha constatado que la soledad y el aislamiento social prolongado aumenta alrededor de un 30% el riesgo de mortalidad.
Aquellas personas que sufren esta situación tienen más riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, ictus, demencia y problemas de salud mental, como la depresión. Un estudio reciente publicado en la revista Jama Surgery alerta, incluso, de que influía de forma negativa en la evolución postoperatoria de los adultos mayores. Por tanto, si, la soledad no deseada es un problema que afecta “gravemente a la salud física y mental”. De hecho, se asocia con un mayor riesgo para la progresión de la fragilidad física, la depresión, intención suicida o un funcionamiento cognitivo más deficiente.
Aunque no es sencillo medir su dimensión real, un documento de 2021 de la Organización Mundial de la Salud (OMS) aseguraba que entre el 20% y el 34% de las personas mayores en China, Europa, América Latina y los Estados Unidos se sienten solos. Y, otra investigación publicada este año en la revista British Medical Journal encontraba, a pesar de una considerable ausencia de datos, una prevalencia variable por regiones del mundo y grupos de edad: en adolescentes, bailaba del 9,2% en el sudeste asiático al 14,4% en el Mediterráneo oriental; en adultos europeos, la prevalencia más baja estaba en el norte, y la más alta, en Europa del este, donde se sitúa por encima del 21% en los ancianos. Además, según datos del INE de 2018 actualmente existen 461.000 personas mayores de 85 años que viven solas, de las cuales 360.000 son mujeres, que son el 41% de toda la población de mujeres que supera esa edad.
Ahora bien, en cuanto a la relación de la soledad no deseada con la salud mental de quienes la experimentan, hay evidencia de que disponer de redes sociales grandes y diversas y tener vínculos afectivos de calidad protegen contra la depresión. Asimismo, la soledad y la escasa participación social se asoció con más riesgo de demencia e, incluso, problemas del sueño. La soledad está vinculada, además, con malos hábitos de vida, como un mayor consumo de tabaco o alcohol en exceso, comportamientos dañinos que pueden aumentar si se está menos expuesto a conductas saludables como resultado de tener menos contacto social.
Estrategia Nacional para combatir el aislamiento involuntario
Ante tal contexto, la Plataforma de Mayores y Pensionistas (PMP) ha pedido a las administraciones públicas que aceleren la estrategia en la que trabaja para acabar con una lacra que sufren más de dos millones de personas mayores de 65 años en nuestro país. Y es que, este movimiento considerado el más representativo a nivel estatal (con 15.079 asociaciones y más de 5.746.000 afiliados)- cree que el impacto de la soledad no deseada exige tomar “medidas urgentes para crear un marco estatal de intervención”.
Los objetivos de esta estrategia, en los la Plataforma se compromete a colaborar, deberían implicar, según la PMP conocer mejor cuáles son las soledades más frecuentes y qué grado de impacto tienen; realizar campañas de sensibilización a la población, a fin de que se involucre en la solución de los programas de soledad, y no estigmatice a las personas que la sienten, así como prevenirla promoviendo espacios intergeneracionales, y atacando los graves problemas que suelen acompañar a la soledad (pobreza, malos tratos, estigmatización de las personas que están solas).
Así, el Gobierno confirmó a finales de 2022 que el Imserso tendrá el borrador de una estrategia nacional para combatir el aislamiento involuntario en el primer trimestre de 2023 y lo llevará al Consejo de Ministros para su aprobación por esas mismas fechas, o así lo adelantaba a el Periódico de España el departamento que dirige Ione Belarra que considera que se trata de un tema de enorme calado y al que hay que dar prioridad. El Ministerio de Derechos Sociales explicaba a este medio que la estrategia nacional en la que trabaja es uno de los objetivos centrales, pero que no ha podido implementarse hasta ahora debido a los dos años de pandemia.
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