La inteligencia artificial (IA) agrupa a muchas tecnologías distintas para que las máquinas y herramientas digitales puedan percibir, comprender, actuar y aprender con niveles de inteligencia parecidos a los de una persona. Cada una de estas tecnologías tiene un ritmo propio y, cuando se combina con datos, puede mejorar y optimizar los procesos, lo que redunda en conseguir nuevas habilidades y creatividad en el ingenio humano.
Sin embargo, contar con un flujo continuo de datos para impulsar la innovación también conlleva dificultades y riesgos derivados de la baja alfabetización ética, la escasa experiencia acumulada, el déficit de cumplimiento, gobernanza y seguridad en general, etc. Todo ello puede inducir a la obtención de resultados inesperados que, a su vez, pueden afectar tanto a la sensibilidad como a la especificidad de las conclusiones extraídas relativas al paciente en particular o al individuo en general y, por lo tanto, a los resultados obtenidos.
Estos y otros parámetros fueron abordados en la reunión del Comité de Innovación de la Fundación Instituto para el Desarrollo e Integración de la Sanidad (IDIS), en la que Ángel de Benito y Marta Villanueva, secretario general y directora general de la entidad, señalaron que “el sector sanitario está desarrollando múltiples proyectos basados en IA y orientados a la mejora de la gestión y del tratamiento de los pacientes. Sin duda, este tipo de herramientas que utilizan la combinación de datos mejoran la gestión y ayudan al profesional a la hora de establecer un diagnóstico acertado e implantar un tratamiento personalizado.
Además, añadieron: “en un entorno de transformación digital, desde la Fundación apostamos por el aprovechamiento de los datos en un espacio común. Fruto de esa apuesta es nuestro Proyecto de Interoperabilidad de la historia clínica digital en la sanidad privada, que pone el foco en el paciente y que no tiene otro objetivo que el de conseguir que exista continuidad asistencial para mejorar la accesibilidad a la información clínica, aumentar la corresponsabilidad del ciudadano, facilitar la continuidad asistencial o favorecer la movilidad del paciente en el propio sistema”.
Durante la sesión, en la que participaron Luisa Bautista, Managing Director- Health Lead Iberia en Accenture y Mercedes Fernández, Accenture Health Data Manager-Applied Intelligence Strategy, se puso de manifiesto la necesidad de contar con un uso responsable de los datos y la tecnología para poder empoderar a los empleados y a las organizaciones, poniendo el acento en la importancia de que exista un cambio cultural en la organización para adoptar un uso estratégico de los datos.
Asimismo, se destacó que cuando la actividad en el uso de datos y la IA van en paralelo con los valores éticos de la empresa, hay oportunidades para aumentar la confianza, diferenciarnos para prestar un servicio diferente, personalizar un producto o servicio o construir una cultura orientada a los datos que permita a cada parte de nuestra organización generar valor a partir de los mismos.
Por otro lado, se expuso que lo realmente importante es crear un espacio común de datos, a pesar de las cortapisas que existen (silos de información, restricciones legales, falta de uniformidad en el tratamiento y procesamiento de los datos, duplicidades, etc.), que unifique toda la información y permita al personal sanitario focalizarse en lo realmente importante.
Durante la sesión se pusieron sobre la mesa casos de uso de unificación de datos como la historia clínica electrónica interoperable, la receta electrónica interoperable, el sistema global de vigilancia epidemiológica o la creación del Datamart COVID-19, que permitió explotar toda la información relativa a la enfermedad a través de la unificación de todas las fuentes de información encargadas de recoger datos sobre la pandemia.
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