Unos 25 decibelios son una conversación en voz baja en una biblioteca. A 50 o 60 decibelios suena el tráfico de una calle fragorosa y, a más de 100, está una discoteca o el ruido de una taladradora. Para la comunidad de expertos, toda exposición prolongada a un sonido que supere los 80 decibelios es el comienzo de un riesgo para la salud auditiva, ya sea a corto, medio o largo plazo. Y es que, a estos niveles el oído sufre y se daña.
Tal es así, que en concreto y según datos presentados por la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 5% de la población mundial (430 millones de personas) padece una pérdida de audición discapacitante (superior a 35 decibelios) y, en 2050 esa cifra podrá llegar a superar los 700 millones, afectando a una de cada diez personas en el mundo. A nivel nacional no hablamos de cifras menos preocupantes, 1.230.000 personas en España padecen una discapacidad auditiva según el Instituto Nacional de Estadística.
Pero bien, ¿cuáles son los motivos que están generando este aumento de la discapacidad auditiva entre la población? Según el experto José Luis Cebrián, Técnico Superior en Prevención de Riesgos Laborales de la mutua Umivale Activa consultado por PRnoticias, “desde nuestro punto de vista, pensamos que tanto a nivel laboral como en el ámbito privado, el uso inadecuado y prolongado que se está haciendo de las nuevas tecnologías como smartphones, tablets, reproductores de música, etcétera, nos están sometiendo a unos umbrales de ruido demasiado elevados. Superamos continuamente los decibelios recomendados”..
A lo que añade que, “realmente el principal riesgo en ese sentido de las nuevas tecnologías es cuando hacemos uso de auriculares y el volumen al cual escuchamos a la música o participamos en una videoconferencia, etcétera”. Y es que, según respalda un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) el daño a la salud auditiva influye la intensidad del ruido y el tiempo de exposición. Las personas que usan dispositivos de audio portátiles pueden exponerse, en 15 minutos de música a 100 decibelios, al mismo nivel de sonido que un obrero del sector industrial en una jornada de ocho horas de trabajo a 85 decibelios. Los límites de volumen del oyente típico están entre los 75 y los 105 decibelios, unos umbrales que, para la OMS, son un claro “motivo de preocupación”.
Sin embargo, las propios dispositivos electrónicos cuentan ya con un nivel de inteligencia capaz de avisar a su dueño de cuando está superando el umbral de ruido recomendado. “hoy en día hay muchos dispositivos que cuentan con mecanismos que permiten una reducción automática del volumen cuando se supera un determinado nivel sonoro que se considera de riesgo. Y eso lo que consigue es que el dispositivo reduzca automáticamente ese volumen a un ideal que no daña nuestros oídos” explica al respecto Cebrián quien a su vez, destaca que el objetivo que se persigue es, “aprovechar las ventajas que también proporcionan estas nuevas tecnologías en beneficio de la de la salud”.
Perdida de audición en el entorno laboral
Ahora bien, la pérdida auditiva aparece cada vez a edades más tempranas, es decir, antes de la jubilación, en contra del estigma existente de que solo es un problema que afecta a las personas mayores. Esto se debe en parte a que, a día de hoy, existen determinadas profesiones en las que la exposición al ruido comprende un riesgo para la audición de los trabajadores. Por todo ello, es importante que tengamos claro el proceso que supone la detección y reconocimiento del problema y la búsqueda de la solución.
Hay entornos laborales que presentan un mayor riesgo para la salud auditiva que otros. Según afirma Cebrián, “en ellos existe una mayor exposición al ruido. Por ejemplo se puede mencionar el sector de construcción, el sector del metal, todo el personal que trabaja como controlador aéreo y personal aeroportuario, los pilotos profesionales de Fórmula uno, de rally, de motos, personal de minería y también músicos, trabajadores de discotecas, etcétera”
Un estudio llevado a cabo por el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el trabajo apoyó dicha idea especificando que hay 13 sectores productivos, donde se concentra el 50% de los casos de sordera profesional y que la mayor parte pertenecen al sector de la construcción.
Y, ahondando en las cifras, un 97’4% de los afectados por sordera profesional en España son hombres, según los últimos datos de las enfermedades profesionales publicados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones. Por franja de edad, un 47% de los casos se concentran entre los 55 y 65 años, y por tipo de trabajo, el 50% de los casos se enmarcan en trabajos de estampado, embutido, remachado y martillado de metales, según el Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo. Por Comunidades autónomas, el País Vasco sobresale con un 66% de los casos.
“Hay diferentes estudios que coinciden en que hay una mayor incidencia y repercusión en los hombres que en las mujeres, especialmente en este estudio del Instituto Nacional de Seguridad y Salud en el Trabajo se indica que los hombres tienen un mayor riesgo de pérdida auditiva y la principal causa es que ocupan en mayor número o proporción trabajos considerados de mayor riesgo para la salud auditiva, como son aquellos que hemos comentado de construcción, metalurgia, servicios aeroportuarios de tierra, minería, etcétera. Son sectores más masculinizados” añade al respecto el experto en riesgos laborales.
Ahora bien, coincidiendo con el Día internacional del oído y la audición que se celebra este viernes 3 de marzo, desde la mutua se ha publicado una campaña sobre el ruido como factor de riesgo laboral, la hipoacusia o sordera provocada por el ruido y los protectores auditivos. Su objetivo es dar a conocer y fomentar el uso de estos equipos de protección individual (EPI) que están “diseñados y destinados a la protección de los riesgos derivados o que pueden derivarse de la exposición al ruido y son de utilización exclusivamente individual”, destaca Cebrián.
El ser humano y su adaptación al entorno
Asimismo hay que ser conscientes de que existen diferentes discapacidades las cuáles cada vez son más habituales entre la población y darse cuenta que a largo plazo podrían suponer una adaptación genética del hombre. Es decir, existe y hay que tener en cuenta la genética de la adaptación y la genética del origen de las nuevas especies.
Una característica adaptativa es aquella que le permite a un organismo vivir y reproducirse en su ambiente. Esos son los dos componentes básicos de la selección natural: la supervivencia y la reproducción. Ambas cosas van juntas y según afirman los expertos, la evolución adaptativa es una consecuencia de la selección natural. Es decir: se va seleccionando lo más adaptado. Por eso son dos conceptos que van y han ido siempre de la mano.
Según Esteban Hasson, Doctor en Biología, hay que tener en cuenta que “la Teoría de la Evolución de hoy no es la misma que la de 1859 de Darwin. Ahora tenemos, obviamente, muchísimas más herramientas para aproximarnos a estudiar toda la problemática de la evolución. Hay una cosa que es importantísima de reconocer: no importa cuán sofisticada sea la herramienta que utilicemos (contar con secuencias de genomas completos, poder saber de qué modos se expresan determinados genes, etc.). Porque todas terminan por servir para corroborar lo que Darwin propuso: la descendencia con modificación y el rol central que ha jugado la selección natural. Eso no implica que la selección natural sea el único mecanismo. La deriva genética es lo que llamamos nosotros “evolución por azar”.
Así, si la discapacidad auditiva sigue en aumento o las crisis alimentarias siguen siendo un problema a nivel mundial, el ser humano desarrollará la facilidad de vivir sin la necesidad de escuchar o de una salud bucodental sana que le permita alimentarse como actualmente lo hace. Las personas siempre se han adaptado al entorno y actualmente el contexto hace que la realidad sea cada vez más cambiante e inestable lo que conlleva, como afirma el experto a la continua adaptación y supervivencia de la especie humana.
Seguiremos informando…