Pablo Echenique tira la piedra y esconde la mano, hasta cierto punto, contra Ignacio Escolar. A pesar de la sintonía que mantiene el medio que dirige el hijo de Arsenio Escolar con el ámbito de lo que un día fue la izquierda morada, y pese a contar con columnistas ligados a la formación morada, la cúpula del partido y, en especial, sus cerebros, no tragan al periodista.
La prueba evidente está en ‘Memorias de un piloto de combate’, escrito por Pablo Echenique, en el que señala que en el verano de 2019 coincidió con Escolar en el Congreso y éste le indicó que “Pedro Sánchez nunca va a aceptar que Pablo sea vicepresidente […] No va a permitir esa foto en la escalinata de la Moncloa con Pablo de pie a su lado”.
Sin embargo, y no contento con dejar la capacidad de análisis de Escolar a la altura del betún (el Gobierno se formó, a pesar de su predicción), Echenique va un paso más allá de forma sibilina páginas más adelante.
Lo hace al rememorar cómo Iñigo Errejón dio el salto de la política autonómica en Madrid a la nacional a través de Más País. Según Echenique, la explicación es la siguiente: “Por lo visto, un conocido periodista (con el que yo había cruzado unas palabras en la entrada del Congreso a principios de aquel verano) y un reputado sociólogo le habían convencido -durante una discreta cena- que a su partido le podía ir muy bien”.
A buen entendedor, pocas palabras. Aunque lo verdaderamente llamativo es que Echenique remite el pie de página a la obra de Pablo Iglesias ‘Verdades a la cara’, escrito tras su salida de la política en colaboración con el periodista de ‘Eldiario.es’ Aitor Riveiro, al que, según fuentes de dicho medio, Escolar tuvo que sacar de la cobertura a la formación morada porque sus simpatías caían en el activismo.
En dicha obra, Iglesias ya indicaba que dicha cena se había producido con el consultora Nacho Michavila, de GAD-3, ejerciendo Escolar como anfitrión.
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