En el centro de Donosti, a través de la aplicación AirBnB, alquilamos un piso en una planta quinta, con lluvia… Al llegar el salón estaba inundado, y los fisurómetros medían las distancias de las fracturas en el edificio. La empresa gestora al ver la que tenemos liada, nos pide que vayamos a sus oficinas y que allí buscaríamos una solución. Nos subimos en el ascensor sin bolsas, ni maletas, y antes de llegar a la planta baja, nos quedamos colgados. ¡Menuda situación! El sube y baja de menos de un metro cuadrado, empieza a generar angustia porque no hay oxígeno y machacamos el botón de emergencia. El mensaje es como de risa, te cuentan que la Agencia de Protección de Datos y música para acompañar la agradable estancia. Al pronto, una voz como de ultratumba, que no sabe qué hacer, pero que nada dice, ni ayuda, ni apoya, ni se entera… Llamamos a la Ertzaintza para avisarles de que estamos colgados en el ascensor. En menos de dos minutos llega una patrulla, el jefe de la misma dice que no puede abrir por si se descuelga el aparato y que hay que esperar a los bomberos… ¡Joder! Uno de los ertzainas, saca una llave mágica y dice en presencia de su compañera: ‘Si fuese mi hija la que está dentro y en la situación de estos señores, abriría’, por lo cual, el agente salvador, nos saca. A los segundos llegan los bomberos y ante mi situación: hiperglucemia, dolor en el costado, angustia… Llegan las Osakidetza (ambulancias), dos para ser concretos. Una de ellas trae un equipo médico completo, con profesionales: médica, enfermera, auxiliar, conductor… Una UCI móvil que parecía un quirófano, con todo lo necesario para salvarte la vida. Se acercan a mi, me piden datos y con mucho cariño y atención, piden que espere un momento que me van a trasladar. Entran en las instalaciones con una camilla de alucinar, me suben en la ambulancia y allí me colocan todo tipo de medidores, me hacen análisis de glucosa cada cinco minutos, miran fondo de ojo, tensión arterial, me hacen un electrocardiograma y ante la situación y al haber tenido infartos silentes y unas astas que no le gustan a la doctora… Me dicen: Peio te llevamos al hospital para que te vean a fondo y nos quedamos todos tranquilos. Me dicen que me cambian a una ambulancia de traslado, lo que me parece una maravilla, ya que esa Osakidetza iba a salvar más vidas. Gracias por tanto cariño, profesionalidad, amabilidad y criterio de decencia y respeto ante el enfermo y la familia. Me cambian de ambulancia y nos vamos al Hospital Universitario de Donostia.
Entré en silla de ruedas. Me recibe en triaje una doctora que, con algo menos de interés, me pregunta:¿qué me ha pasado? ¿cómo me llamo?… A lo que contesto que, nos hemos quedado colgados en un ascensor, que la Ertzainza, bomberos y los profesionales de ambulancias nos habían ayudado, calmado y salvado… que me duele el pecho que he tenido (no sabemos cuántos) infartos silentes y que me duele mucho el costado izquierdo. Me ponen una pulsera y me dicen que espere. Aquello, el Hospital Universitario de Donostia funciona como casi todo en España, mal. Entra un señor de avanzadisima edad, en silla de ruedas, con cara de estar a punto de ver al creador… Eskerrik Asko y le pasan. Hay algo que no entiendo. En las UCIS se mira la edad y el estado del que ocupa plaza, pero la edad es primordial… NO, el hablar vasco, haber nacido en esta maravilla y llevar chapela, eso tiene premio. Ser español, llamarse Pedro y cantar bachata, está castigado.
Llamé a uno de allí, que era político de aquí y me dijo que esto es un matriarcado y que llamase a su mujer… (jajajajajajajaja…) ¿será real? Lo es.
Ante la hartura y las caras de: ‘nadie sabe nada’, me dirigií a la entrada, donde la doctora y de triaje ya no estaba. En su lugar un galeno viejo y maleducado, al que me dirigí con el ánimo de uno que se va y me gritó diceindo: ‘¡Que se espere!’, pero si no sabe a qué vengo. Bueno doctor, se va a esperar usted. No me quiero morir en un país exrtaño, donde los paisanos son la leche, pero los que tenéis que decidir el grado de comprensión, cariño y amor… Y, el juraamento Hipocrático… jajajajajaja… Los vascos me salvaron la vida en un ascensor, los políticos casi me matan en el Hospital Universitario de Donosti. ¡Viva Euscadi!
pedro aparicio pérez
editor y fundador de PRNoticias.com
