Hasta hace unos años LLYC tenía dos caras visibles, la de sus socios fundadores: José Antonio Llorente y Olga Cuenca. Mientras el primero sigue al frente de la consultora, la segunda vendió sus acciones y abandonó la compañía en 2011. Hoy, Vanity Fair rescata su historia, que comenzó estudiando Medicina y Cirugía, continuó con la fundación de LLYC y actualmente recorre los caminos del mundo del arte, bajo el nombre de Ty Trias.
“Vendí las participaciones de la compañía que fundé, tras cuestionarme si realmente merecía la pena perder la salud y la vida personal tras quince años de jornadas laborales interminables y viajes extenuantes por todo el mundo. Era algo que había hecho con muchas ganas, fue una aventura espectacular, pero ya no podía. Hice todo lo posible por intentar cambiar la manera en la que operábamos, pero no lo conseguí y decidí emprender un nuevo camino”, cuenta a Vanity Fairs.
Tras su salida de LLYC, Cuenca estudió Bellas Artes en The Slade, del University College en Londres. Hoy tiene un estudio en la calle de los artistas en Madrid que comparte con Tuñón y Albornoz Arquitecto, y mañana -confiesa a la revista- seguramente se adentre en los derroteros del mundo del cine, algo que le entusiasma desde niña.
De su “reinvención”, Cuenca relata que “fue un periodo de transformación difícil; enriquecedor, pero muy duro”. Dice que lo primero que hay que hacer es “superar la pérdida”, y para ello ha recurrido incluso a la filosofía, que la llevó a explorar su vieja vocación: el arte.
La que fuera fundadora de LLYC, cuya decisión de vender sus acciones sorprendió a propios y extraños, hoy vuelve a sorprender con una obra que define como “no conceptual, ni minimalista, ni tampoco relacional”. Quiere seguir a la vanguardia de su generación, “mis fotografías parecen pinturas; las pinturas se acercan a la poesía; las esculturas, a la filosofía; y las instalaciones, a la arquitectura”. Para Vanity Fairs está claro, “No puede ser más feliz“.
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